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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

la fe reformada. <strong>El</strong> mismo rey y la reina madre parecieron <strong>por</strong> algún tiempo consi<strong>de</strong>rarla con simpatía,<br />

y <strong>los</strong> reformadores miraban con esperanza hacia lo <strong>por</strong>venir y veían ya a Francia ganada para el<br />

Evangelio. Pero sus esperanzas no iban a realizarse. Pruebas y persecuciones aguardaban a <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong> Cristo, si bien la misericordia divina se las ocultaba, pues hubo un período <strong>de</strong> paz muy o<strong>por</strong>tuno para<br />

permitirles acopiar fuerzas para hacer frente a las tempesta<strong>de</strong>s, y la Reforma se extendió con rapi<strong>de</strong>z. <strong>El</strong><br />

obispo <strong>de</strong> Meaux trabajó con empeño en su propia diócesis para instruir tanto a <strong>los</strong> sacerdotes como al<br />

pueblo. Los curas inmorales e ignorantes fueron removidos <strong>de</strong> sus puestos, y en cuanto fue posible, se<br />

<strong>los</strong> reemplazó <strong>por</strong> hombres instruídos y piadosos. <strong>El</strong> obispo se afanaba <strong>por</strong>que su pueblo tuviera libre<br />

acceso a la Palabra <strong>de</strong> Dios y esto pronto se verificó. Lefevre se encargó <strong>de</strong> traducir el Nuevo Testamento<br />

y al mismo tiempo que la Biblia alemana <strong>de</strong> Lutero salía <strong>de</strong> la imprenta en Wittenberg, el Nuevo<br />

Testamento francés se publicaba en Meaux. <strong>El</strong> obispo no omitió esfuerzo ni gasto alguno para hacerlo<br />

circular entre sus feligreses, y muy pronto el pueblo <strong>de</strong> Meaux se vio en posesión <strong>de</strong> las Santas Escrituras.<br />

Así como <strong>los</strong> viajeros que son atormentados <strong>por</strong> la sed se regocijan al llegar a un manantial <strong>de</strong><br />

agua pura, así recibieron estas almas el mensaje <strong>de</strong>l cielo. Los trabajadores <strong>de</strong>l campo y <strong>los</strong> artesanos en<br />

el taller, amenizaban sus trabajos <strong>de</strong> cada día hablando <strong>de</strong> las preciosas verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Biblia. De noche,<br />

en lugar <strong>de</strong> reunirse en <strong>los</strong> <strong>de</strong>spachos <strong>de</strong> vinos, se congregaban unos en casas <strong>de</strong> otros para leer la Palabra<br />

<strong>de</strong> Dios y unir sus oraciones y alabanzas. Pronto se notó un cambio muy notable en todas estas<br />

comunida<strong>de</strong>s. Aunque formadas <strong>de</strong> gente <strong>de</strong> la clase humil<strong>de</strong>, <strong>de</strong>dicada al rudo trabajo y carente <strong>de</strong><br />

instrucción, se veía en ella el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la Reforma, y en la vida <strong>de</strong> todos se notaba el efecto <strong>de</strong> la gracia<br />

divina que dignifica y eleva. Mansos, amantes y fieles, resultaban ser como un testimonio vivo <strong>de</strong> lo que<br />

el Evangelio pue<strong>de</strong> efectuar en aquel<strong>los</strong> que lo reciben con sinceridad <strong>de</strong> corazón. La luz <strong>de</strong>rramada en<br />

Meaux iba a exten<strong>de</strong>rse más lejos. Cada día aumentaba el número <strong>de</strong> <strong>los</strong> convertidos. <strong>El</strong> rey contuvo <strong>por</strong><br />

algún tiempo la ira <strong>de</strong>l clero, <strong>por</strong>que <strong>de</strong>spreciaba el estrecho fanatismo <strong>de</strong> <strong>los</strong> frailes; pero al fin, <strong>los</strong> jefes<br />

papales lograron prevalecer. Se levantó la hoguera. Al obispo <strong>de</strong> Meaux le obligaron a elegir entre ella<br />

y la retractación, y optó <strong>por</strong> el camino más fácil; pero a pesar <strong>de</strong> su caída, el rebaño <strong>de</strong> este débil pastor<br />

se mantuvo firme. Muchos dieron testimonio <strong>de</strong> la verdad entre las llamas. Con su valor y fi<strong>de</strong>lidad en<br />

la hoguera, estos humil<strong>de</strong>s cristianos hablaron a millares <strong>de</strong> personas que en días <strong>de</strong> paz no hubieran<br />

oído jamás el testimonio <strong>de</strong> el<strong>los</strong>.<br />

No eran solamente <strong>los</strong> pobres y <strong>los</strong> humil<strong>de</strong>s, <strong>los</strong> que en medio <strong>de</strong>l pa<strong>de</strong>cimiento y <strong>de</strong>l escarnio<br />

se atrevían a ser testigos <strong>de</strong>l Señor. En las casas señoriles, en el castillo, en el palacio, había almas regias<br />

para quienes la verdad valía más que <strong>los</strong> tesoros, las categorías sociales y aun que la misma vida. La<br />

armadura real encerraba un espíritu más noble y elevado que la mitra y las vestiduras episcopales. Luis<br />

<strong>de</strong> Berquin era <strong>de</strong> noble alcurnia. Cortés y bravo caballero, <strong>de</strong>dicado al estudio, <strong>de</strong> elegantes modales y<br />

<strong>de</strong> intachable moralidad, era dice un escritor —fiel partidario <strong>de</strong> las instituciones <strong>de</strong>l papa y ce<strong>los</strong>o<br />

oyente <strong>de</strong> misas y sermones, . . . y coronaba todas estas virtu<strong>de</strong>s aborreciendo <strong>de</strong> todo corazón el<br />

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