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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

naturaleza al paso que niegan al Dios <strong>de</strong> ella. Aunque en forma diferente, la idolatría existe en el mundo<br />

cristiano <strong>de</strong> hoy tan ciertamente como existió entre el antiguo Israel en tiempos <strong>de</strong> <strong>El</strong>ías. <strong>El</strong> Dios <strong>de</strong><br />

muchos así llamados sabios, o filósofos, poetas, políticos, periodistas —el Dios <strong>de</strong> <strong>los</strong> círcu<strong>los</strong> selectos<br />

y a la moda, <strong>de</strong> muchos colegios y universida<strong>de</strong>s y hasta <strong>de</strong> muchos centros <strong>de</strong> teología— no es mucho<br />

mejor que Baal, el dios-sol <strong>de</strong> <strong>los</strong> fenicios. Ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> errores aceptados <strong>por</strong> el mundo cristiano<br />

ataca más atrevidamente la autoridad <strong>de</strong> Dios, ninguno está en tan abierta oposición con las enseñanzas<br />

<strong>de</strong> la razón, ninguno es <strong>de</strong> tan perniciosos resultados como la doctrina mo<strong>de</strong>rna que tanto cun<strong>de</strong>, <strong>de</strong> que<br />

la ley <strong>de</strong> Dios ya no es más <strong>de</strong> carácter obligatorio para <strong>los</strong> hombres. Toda nación tiene sus leyes que<br />

exigen respeto y obediencia; ningún gobierno podría subsistir sin ellas; ¿y es posible imaginarse que el<br />

Creador <strong>de</strong>l cielo y <strong>de</strong> la tierra no tenga ley alguna para gobernar <strong>los</strong> seres a <strong>los</strong> cuales creó? Supongamos<br />

que <strong>los</strong> ministros más eminentes se pusiesen a predicar que las leyes que gobiernan a su país y amparan<br />

<strong>los</strong> <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> <strong>los</strong> ciudadanos no estaban más en vigencia, que <strong>por</strong> coartar las liberta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l pueblo ya<br />

no se les <strong>de</strong>be obediencia. ¿Por cuánto tiempo se tolerarían semejantes prédicas? ¿Pero es acaso mayor<br />

ofensa <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar las leyes <strong>de</strong> <strong>los</strong> estados y <strong>de</strong> las naciones que pisotear <strong>los</strong> preceptos divinos, que son el<br />

fundamento <strong>de</strong> todo gobierno?<br />

Más acertado sería que las naciones aboliesen sus estatutos y <strong>de</strong>jaran al pueblo hacer lo que<br />

quisiese, antes <strong>de</strong> que el Legislador <strong>de</strong>l universo anulase su ley y <strong>de</strong>jase al mundo sin norma para<br />

con<strong>de</strong>nar al culpable o justificar al obediente. ¿Queremos saber cuál sería el resultado <strong>de</strong> la abolición <strong>de</strong><br />

la ley <strong>de</strong> Dios? <strong>El</strong> experimento se ha hecho ya. Terribles fueron las escenas que se <strong>de</strong>sarrollaron en<br />

Francia cuando el ateísmo ejerció el po<strong>de</strong>r. Entonces el mundo vio que rechazar las restricciones que<br />

Dios impuso equivale a aceptar el gobierno <strong>de</strong> <strong>los</strong> más crueles y <strong>de</strong>spóticos. Cuando se echa a un lado<br />

la norma <strong>de</strong> justicia, queda abierto el camino para que el príncipe <strong>de</strong>l mal establezca su po<strong>de</strong>r en la tierra.<br />

Siempre que se rechazan <strong>los</strong> preceptos divinos, el pecado <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> parecer culpa y la justicia <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser<br />

<strong>de</strong>seable. Los que se niegan a someterse al gobierno <strong>de</strong> Dios son completamente incapaces <strong>de</strong> gobernarse<br />

a sí mismos. Debido a sus enseñanzas perniciosas, se implanta el espíritu <strong>de</strong> insubordinación en el<br />

corazón <strong>de</strong> <strong>los</strong> niños y jóvenes, <strong>de</strong> suyo insubordinados, y se obtiene como resultado un estado social<br />

don<strong>de</strong> la anarquía reina soberana. Al paso que se burlan <strong>de</strong> la credulidad <strong>de</strong> <strong>los</strong> que obe<strong>de</strong>cen las<br />

exigencias <strong>de</strong> Dios, las multitu<strong>de</strong>s aceptan con avi<strong>de</strong>z <strong>los</strong> engaños <strong>de</strong> Satanás. Se entregan a sus <strong>de</strong>seos<br />

<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nados y practican <strong>los</strong> pecados que acarrearon <strong>los</strong> juicios <strong>de</strong> Dios sobre <strong>los</strong> paganos.<br />

Los que le enseñan al pueblo a consi<strong>de</strong>rar superficialmente <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> Dios, siembran<br />

la <strong>de</strong>sobediencia para recoger <strong>de</strong>sobediencia. Rechácense enteramente <strong>los</strong> límites impuestos <strong>por</strong> la ley<br />

divina y pronto se <strong>de</strong>spreciarán las leyes humanas. Los hombres están dispuestos a pisotear la ley <strong>de</strong><br />

Dios <strong>por</strong> consi<strong>de</strong>rarla como un obstáculo para su prosperidad material, <strong>por</strong>que ella prohibe las prácticas<br />

<strong>de</strong>shonestas, la codicia, la mentira y el frau<strong>de</strong>; pero el<strong>los</strong> no se imaginan lo que resultaría <strong>de</strong> la abolición<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> preceptos divinos. Si la ley no tuviera fuerza alguna ¿<strong>por</strong> qué habría <strong>de</strong> temerse el transgredirla?<br />

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