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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

quiera." En vano se le hizo ver la necesidad que había <strong>de</strong> una reforma. Bien comprendía él el mal estado<br />

<strong>de</strong> las cosas, pero no tenía ni valor ni po<strong>de</strong>r suficiente para remediarlo.<br />

Con acierto <strong>de</strong>scribía él la suerte <strong>de</strong> Francia con su respuesta tan egoísta como indolente:<br />

"¡Después <strong>de</strong> mí el diluvio!" Valiéndose Roma <strong>de</strong> la ambición <strong>de</strong> <strong>los</strong> reyes y <strong>de</strong> las clases dominantes,<br />

había ejercido su influencia para sujetar al pueblo en la esclavitud, pues comprendía que <strong>de</strong> ese modo el<br />

estado se <strong>de</strong>bilitaría y ella podría dominar completamente gobiernos y súbditos. Por su previsora política<br />

advirtió que para esclavizar eficazmente a <strong>los</strong> hombres necesitaba subyugar sus almas y que el medio<br />

mas seguro para evitar que escapasen <strong>de</strong> su dominio era convertir<strong>los</strong> en seres impropios para la libertad.<br />

Mil veces más terrible que el pa<strong>de</strong>cimiento físico que resultó <strong>de</strong> su política, fue la <strong>de</strong>gradación moral<br />

que prevaleció en todas partes. Despojado el pueblo <strong>de</strong> la Biblia y sin más enseñanzas que la <strong>de</strong>l<br />

fanatismo y la <strong>de</strong>l egoísmo, quedó sumido en la ignorancia y en la superstición y tan <strong>de</strong>gradado <strong>por</strong> <strong>los</strong><br />

vicios que resultaba incapaz <strong>de</strong> gobernarse <strong>por</strong> sí solo.<br />

Empero <strong>los</strong> resultados fueron muy diferentes <strong>de</strong> lo que Roma había procurado. En vez <strong>de</strong> que las<br />

masas se sujetaran ciegamente a sus dogmas, su obra las volvió incrédulas y revolucionarias; odiaron al<br />

romanismo y al sacerdocio a <strong>los</strong> que consi<strong>de</strong>raban cómplices en la opresión. <strong>El</strong> único Dios que el pueblo<br />

conocía era el <strong>de</strong> Roma, y la enseñanza <strong>de</strong> ésta su única religión. Consi<strong>de</strong>rando la crueldad y la iniquidad<br />

<strong>de</strong> Roma como fruto legítimo <strong>de</strong> las enseñanzas <strong>de</strong> la Biblia, no quería saber nada <strong>de</strong> éstas. Roma había<br />

dado a <strong>los</strong> hombres una i<strong>de</strong>a falsa <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Dios, y pervertido sus requerimientos. En consecuencia,<br />

al fin el pueblo rechazó la Biblia y a su Autor. Roma había exigido que se creyese ciegamente en sus<br />

dogmas, que <strong>de</strong>claraba sancionados <strong>por</strong> las Escrituras. En la reacción que se produjo, Voltaire y sus<br />

compañeros <strong>de</strong>secharon en absoluto la Palabra <strong>de</strong> Dios e hicieron cundir <strong>por</strong> todas partes el veneno <strong>de</strong><br />

la incredulidad. Roma había hollado al pueblo con su pie <strong>de</strong> hierro, y las masas <strong>de</strong>gradadas y<br />

embrutecidas, al sublevarse contra tamaña tiranía, <strong>de</strong>sconocieron toda sujeción. Se enfurecieron al ver<br />

que <strong>por</strong> mucho tiempo habían aceptado tan <strong>de</strong>scarados embustes y rechazaron la verdad juntamente con<br />

la mentira; y confundiendo la libertad con el libertinaje, <strong>los</strong> esclavos <strong>de</strong>l vicio se regocijaron con una<br />

libertad imaginaria.<br />

Al estallar la Revolución el rey concedió al pueblo que lo representara en la asamblea nacional un<br />

número <strong>de</strong> <strong>de</strong>legados superior al <strong>de</strong>l clero y al <strong>de</strong> <strong>los</strong> nobles juntos. Era pues el pueblo dueño <strong>de</strong> la<br />

situación; pero no estaba preparado para hacer uso <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r con sabiduría y mo<strong>de</strong>ración. Ansioso <strong>de</strong><br />

reparar <strong>los</strong> agravios que había sufrido, <strong>de</strong>cidió reconstituir la sociedad. Un populacho encolerizado que<br />

guardaba en su memoria el recuerdo <strong>de</strong> tantos sufrimientos, resolvió levantarse contra aquel estado <strong>de</strong><br />

miseria que había venido ya a ser inso<strong>por</strong>table, y vengarse <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> a quienes consi<strong>de</strong>raba como<br />

responsables <strong>de</strong> sus pa<strong>de</strong>cimientos. Los oprimidos, poniendo en práctica las lecciones que habían<br />

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