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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

su juicio individual, harto sabían que su actitud les acarrearía las críticas, la con<strong>de</strong>nación y la persecución.<br />

Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>legados dijo: Debemos negar la Palabra <strong>de</strong> Dios, o ser quemados. —Ibid.<br />

<strong>El</strong> rey Fernando, representante <strong>de</strong>l emperador ante la dieta, vio que el <strong>de</strong>creto causaría serios<br />

disturbios, a menos que se indujese a <strong>los</strong> príncipes a aceptarlo y apoyarlo. En vista <strong>de</strong> esto, apeló al arte<br />

<strong>de</strong> la persuasión, pues sabía muy bien que emplear la fuerza contra semejantes hombres no tendría otro<br />

resultado que confirmar<strong>los</strong> más en sus resoluciones. "Suplicó a <strong>los</strong> príncipes que aceptasen el <strong>de</strong>creto,<br />

asegurándoles que este acto llenaría <strong>de</strong> regocijo al emperador." Pero estos hombres leales reconocían<br />

una autoridad superior a todos <strong>los</strong> gobernantes <strong>de</strong> la tierra, y contestaron con toda calma: "Nosotros<br />

obe<strong>de</strong>ceremos al emperador en todo aquello que contribuya a mantener la paz y la gloria <strong>de</strong> Dios." —<br />

Ibid. Finalmente manifestó el rey al elector y a sus amigos en presencia <strong>de</strong> la dieta que el edicto "iba a<br />

ser promulgado como <strong>de</strong>creto imperial," y que "lo único que les quedaba era someterse a la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong><br />

la mayoría." Y habiéndose expresado así, salió <strong>de</strong> la asamblea, sin dar o<strong>por</strong>tunidad a <strong>los</strong> reformadores<br />

para discutir o replicar. "En vano éstos le mandaron mensajeros para instarle a que volviera." A las<br />

súplicas <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, sólo contestó: "Es asunto concluido; no queda más que la sumisión." —Ibid.<br />

<strong>El</strong> partido imperial estaba convencido <strong>de</strong> que <strong>los</strong> príncipes cristianos se aferrarían a las Santas<br />

Escrituras como a algo superior a las doctrinas y a <strong>los</strong> mandatos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres; sabía también que allí<br />

don<strong>de</strong> se adoptara esta actitud, el papado sería finalmente <strong>de</strong>rrotado. Pero, como lo han hecho millares<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, mirando "las cosas que se ven," se lisonjeó <strong>de</strong> que la causa <strong>de</strong>l emperador y <strong>de</strong>l papa<br />

quedaba firme, y muy débil la <strong>de</strong> <strong>los</strong> reformadores. Si éstos sólo hubieran <strong>de</strong>pendido <strong>de</strong>l auxilio humano,<br />

habrían resultado tan impotentes como <strong>los</strong> suponían <strong>los</strong> papistas. Pero aunque débiles en número, y en<br />

<strong>de</strong>sacuerdo con Roma, tenían fuerza. Apelaban "<strong>de</strong> las <strong>de</strong>cisiones <strong>de</strong> la dieta a la Palabra <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong>l<br />

emperador Car<strong>los</strong> a Jesucristo, Rey <strong>de</strong> reyes y Señor <strong>de</strong> señores." —Id., cap. 6. Como Fernando se negara<br />

a tener en cuenta las convicciones <strong>de</strong> <strong>los</strong> príncipes, <strong>de</strong>cidieron éstos no hacer caso <strong>de</strong> su ausencia, sino<br />

presentar sin <strong>de</strong>mora su protesta ante el concilio nacional. Formulóse en consecuencia la siguiente<br />

<strong>de</strong>claración que fue presentada a la dieta: "Protestamos <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> este manifiesto, ante Dios, nuestro<br />

único Creador, Conservador, Re<strong>de</strong>ntor y Salvador, y que un día será nuestro Juez, como también ante<br />

todos <strong>los</strong> hombres y todas las criaturas, y hacemos presente, que nosotros, en nuestro nombre, y <strong>por</strong><br />

nuestro pueblo, no daremos nuestro consentimiento ni nuestra adhesión <strong>de</strong> manera alguna al propuesto<br />

<strong>de</strong>creto, en todo aquello que sea contrario a Dios, a su santa Palabra, a <strong>los</strong> <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> nuestra conciencia,<br />

y a la salvación <strong>de</strong> nuestras almas."<br />

"¡Cómo! ¿Ratificar nosotros este edicto? No po<strong>de</strong>mos admitir que cuando el Dios todopo<strong>de</strong>roso<br />

llame a un hombre a su conocimiento, no se le permita abrazar este conocimiento divino." No hay<br />

doctrina verda<strong>de</strong>ra sino la que esté conforme con la Palabra <strong>de</strong> Dios.... <strong>El</strong> Señor prohibe la enseñanza <strong>de</strong><br />

cualquiera otra doctrina.... Las Santas Escrituras <strong>de</strong>berían explicarse con otros textos más claros; . . . este<br />

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