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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

iglesia <strong>de</strong> San Luis, don<strong>de</strong> el car<strong>de</strong>nal <strong>de</strong> Lorena cantó el Te Deum.... Se acuñó una medalla para<br />

conmemorar la matanza, y aun pue<strong>de</strong>n verse en el Vaticano tres frescos <strong>de</strong> Vasari, representando la<br />

agresión contra el almirante, al rey en el concilio maquinando la matanza, y la matanza misma. Gregorio<br />

envió a Car<strong>los</strong> la Rosa <strong>de</strong> Oro; y a <strong>los</strong> cuatro meses <strong>de</strong> la matanza, . . . escuchó complacido el sermón<br />

<strong>de</strong> un sacerdote francés, . . . que habló <strong>de</strong> 'ese día tan lleno <strong>de</strong> dicha y alegría, cuando el santísimo padre<br />

recibió la noticia y se encaminó hacia San Luis en solemne comitiva para dar gracias a Dios.' " —H.<br />

<strong>White</strong>, The Massacre of St. Bartholomew, cap. 14.<br />

<strong>El</strong> mismo espíritu maestro que impulsó la matanza <strong>de</strong> San Bartolomé fue también el que dirigió<br />

las escenas <strong>de</strong> la Revolución. Jesucristo fue <strong>de</strong>clarado impostor, y el grito <strong>de</strong> unión <strong>de</strong> <strong>los</strong> incrédu<strong>los</strong><br />

franceses era: "Aplastad al infame," lo cual <strong>de</strong>cían refiriéndose a Cristo. Las blasfemias contra el cielo<br />

y las iniquida<strong>de</strong>s más abominables se daban la mano, y eran exaltados a <strong>los</strong> mejores puestos <strong>los</strong> hombres<br />

más <strong>de</strong>gradados y <strong>los</strong> más entregados al vicio y a la crueldad. En todo esto no se hacía más que tributar<br />

homenaje supremo a Satanás, mientras que se crucificaba a Cristo en sus rasgos característicos <strong>de</strong> verdad,<br />

pureza y amor abnegado. "La bestia que sube <strong>de</strong>l abismo hará guerra contra el<strong>los</strong>, y prevalecerá contra<br />

el<strong>los</strong> y <strong>los</strong> matará." <strong>El</strong> po<strong>de</strong>r ateo que gobernó a Francia durante la Revolución y el reinado <strong>de</strong>l terror,<br />

hizo a Dios y a la Biblia una guerra como nunca la presenciara el mundo. <strong>El</strong> culto <strong>de</strong> la Deidad fue<br />

abolido <strong>por</strong> la asamblea nacional. Se recogían Biblias para quemarlas en las calles haciendo cuanta burla<br />

<strong>de</strong> ellas se podía. La ley <strong>de</strong> Dios fue pisoteada; las instituciones <strong>de</strong> la Biblia abolidas; el día <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso<br />

semanal fue abandonado y en su lugar se consagraba un día <strong>de</strong> cada diez a la orgía y a la blasfemia. <strong>El</strong><br />

bautismo y la comunión quedaron prohibidos. Y en <strong>los</strong> sitios más a la vista en <strong>los</strong> cementerios se fijaron<br />

avisos en que se <strong>de</strong>claraba que la muerte era un sueño eterno.<br />

<strong>El</strong> temor <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>cían, dista tanto <strong>de</strong> ser el principio <strong>de</strong> la sabiduría que más bien pue<strong>de</strong><br />

consi<strong>de</strong>rársele como principio <strong>de</strong> la locura. Quedó prohibida toda clase <strong>de</strong> culto religioso a excepción<br />

<strong>de</strong>l tributado a la libertad y a la patria. <strong>El</strong> obispo constitucional <strong>de</strong> París fue empujado a <strong>de</strong>sempeñar el<br />

papel más im<strong>por</strong>tante en la farsa más <strong>de</strong>svergonzada que jamás fuera llevada a cabo ante una<br />

representación nacional.... Lo sacaron en pública procesión para que manifestase a la convención que la<br />

religión que él había enseñado <strong>por</strong> tantos años, era en todos respectos una tramoya <strong>de</strong>l clero, sin<br />

fundamento alguno en la historia ni en la verdad sagrada. Negó solemnemente y en <strong>los</strong> términos más<br />

explícitos la existencia <strong>de</strong> la Deidad a cuyo culto se había consagrado él y ofreció que en lo sucesivo se<br />

<strong>de</strong>dicaría a rendir homenaje a la libertad, la igualdad, la virtud y la moral. Colocó luego sobre una mesa<br />

sus ornamentos episcopales y recibió un abrazo fraternal <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la convención. Varios<br />

sacerdotes apóstatas imitaron el ejemplo <strong>de</strong>l prelado. —Scott, tomo 1, cap. 17. "Y <strong>los</strong> que habitan sobre<br />

la tierra se regocijan sobre el<strong>los</strong>, y hacen fiesta; y se envían rega<strong>los</strong> <strong>los</strong> unos a <strong>los</strong> otros; <strong>por</strong>que estos<br />

dos profetas atormentaron a <strong>los</strong> que habitan sobre la tierra." La Francia incrédula había acallado las<br />

voces <strong>de</strong> reprensión <strong>de</strong> <strong>los</strong> testigos <strong>de</strong> Dios. La Palabra <strong>de</strong> verdad yacía muerta en sus calles y <strong>los</strong> que<br />

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