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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Algunos son <strong>de</strong>struídos como en un momento, mientras otros sufren muchos días. Todos son castigados<br />

"conforme a sus hechos." Habiendo sido cargados sobre Satanás <strong>los</strong> pecados <strong>de</strong> <strong>los</strong> justos, tiene éste que<br />

sufrir no sólo <strong>por</strong> su propia rebelión, sino también <strong>por</strong> todos <strong>los</strong> pecados que hizo cometer al pueblo <strong>de</strong><br />

Dios. Su castigo <strong>de</strong>be ser mucho mayor que el <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> a quienes engañó. Después <strong>de</strong> haber perecido<br />

todos <strong>los</strong> que cayeron <strong>por</strong> sus seducciones, el diablo tiene que seguir viviendo y sufriendo. En las llamas<br />

purificadoras, quedan <strong>por</strong> fin <strong>de</strong>struídos <strong>los</strong> impíos, raíz y rama, —Satanás la raíz, sus secuaces las ramas.<br />

La penalidad completa <strong>de</strong> la ley ha sido aplicada; las exigencias <strong>de</strong> la justicia han sido satisfechas; y el<br />

cielo y la tierra al contemplarlo, proclaman la justicia <strong>de</strong> Jehová.<br />

La obra <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Satanás ha terminado para siempre. Durante seis mil años obró a su<br />

gusto, llenando la tierra <strong>de</strong> dolor y causando penas <strong>por</strong> todo el universo. Toda la creación gimió y sufrió<br />

en angustia. Ahora las criaturas <strong>de</strong> Dios han sido libradas para siempre <strong>de</strong> su presencia y <strong>de</strong> sus<br />

tentaciones. ¡Ya <strong>de</strong>scansa y está en quietud toda la tierra; prorrumpen <strong>los</strong> hombres [justos] en cánticos!"<br />

(Isaías 14: 7, V.M.) Y un grito <strong>de</strong> adoración y triunfo sube <strong>de</strong> entre todo el universo leal. Se oye "como<br />

si fuese el estruendo <strong>de</strong> una gran multitud, y como si fuese el estruendo <strong>de</strong> muchas aguas, y como si<br />

fuese el estruendo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rosos truenos, que <strong>de</strong>cían: ¡Aleluya; <strong>por</strong>que reina el Señor Dios, el<br />

Todopo<strong>de</strong>roso!" (Apocalipsis 19: 6, V.M.) Mientras la tierra estaba envuelta en el fuego <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción,<br />

<strong>los</strong> justos vivían seguros en la ciudad santa. La segunda muerte no tiene po<strong>de</strong>r sobre <strong>los</strong> que tuvieron<br />

parte en la primera resurrección. Mientras Dios es para <strong>los</strong> impíos un fuego <strong>de</strong>vorador, es para su pueblo<br />

un sol y un escudo. (Apocalipsis 20: 6; Salmo 84: 11.) "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; <strong>por</strong>que el<br />

primer cielo y la primera tierra han pasado. (Apocalipsis 21: 1, V.M.) <strong>El</strong> fuego que consume a <strong>los</strong> impíos<br />

purifica la tierra. Desaparece todo rastro <strong>de</strong> la maldición. Ningún infierno que arda eternamente<br />

recordará a <strong>los</strong> redimidos las terribles consecuencias <strong>de</strong>l pecado.<br />

Sólo queda un recuerdo: nuestro Re<strong>de</strong>ntor llevará siempre las señales <strong>de</strong> su crucifixión. En su<br />

cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas <strong>de</strong> la obra cruel<br />

efectuada <strong>por</strong> el pecado. <strong>El</strong> profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice: "Su resplandor es como el<br />

fuego, y salen <strong>de</strong> su mano rayos <strong>de</strong> luz; y allí mismo está el escon<strong>de</strong><strong>de</strong>ro <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r." (Habacuc 3: 4,<br />

V.M.) En sus manos, y su costado heridos, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> manó la corriente purpurina que reconcilió al<br />

hombre con Dios, allí está la gloria <strong>de</strong>l Salvador, "allí mismo está el escon<strong>de</strong><strong>de</strong>ro <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r." "Po<strong>de</strong>roso<br />

para salvar" <strong>por</strong> el sacrificio <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción, fue <strong>por</strong> consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para<br />

con aquel<strong>los</strong> que <strong>de</strong>spreciaron la misericordia <strong>de</strong> Dios. Y las marcas <strong>de</strong> su humillación son su mayor<br />

honor; a través <strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s eternas, las llagas <strong>de</strong>l Calvario proclamarán su alabanza y <strong>de</strong>clararán su<br />

po<strong>de</strong>r. "¡Oh, torre <strong>de</strong>l rebaño, colina <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> Sión, a ti te llegará; sí, a ti vendrá el dominio anterior!"<br />

(Miqueas 4: 8, V.M.)<br />

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