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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Capítulo 12 : La Reforma en Francia<br />

A LA protesta <strong>de</strong> Spira y a la confesión <strong>de</strong> Augsburgo, que marcaron el triunfo <strong>de</strong> la Reforma en<br />

Alemania, siguieron años <strong>de</strong> conflicto y obscuridad. <strong>El</strong> protestantismo, <strong>de</strong>bilitado <strong>por</strong> las divisiones<br />

sembradas entre <strong>los</strong> que lo sostenían, y atacado <strong>por</strong> enemigos po<strong>de</strong>rosos, parecía <strong>de</strong>stinado a ser<br />

totalmente <strong>de</strong>struído. Millares sellaron su testimonio con su sangre. Estalló la guerra civil; la causa<br />

protestante fue traicionada <strong>por</strong> uno <strong>de</strong> sus principales adherentes; <strong>los</strong> más nobles <strong>de</strong> <strong>los</strong> príncipes<br />

reformados cayeron en manos <strong>de</strong>l emperador y fueron llevados cautivos <strong>de</strong> pueblo en pueblo. Pero en el<br />

momento <strong>de</strong> su aparente triunfo, el monarca fue castigado <strong>por</strong> la <strong>de</strong>rrota. Vio que la presa se le escapaba<br />

<strong>de</strong> las manos y al fin tuvo que conce<strong>de</strong>r tolerancia a las doctrinas cuyo aniquilamiento constituyera el<br />

gran anhelo <strong>de</strong> su vida. Había comprometido su reino, sus tesoros, y hasta su misma vida, en la<br />

persecución <strong>de</strong> la herejía, y ahora veía sus tropas diezmadas, agotados sus tesoros, sus muchos reinos<br />

amenazados <strong>por</strong> las revueltas, y entre tanto seguía cundiendo <strong>por</strong> todas partes la fe que en vano se había<br />

esforzado en suprimir. Car<strong>los</strong> V estaba combatiendo contra un po<strong>de</strong>r omnipotente. Dios había dicho:<br />

"Haya luz," pero el emperador había procurado impedir que se <strong>de</strong>svaneciesen las tinieblas. Sus<br />

propósitos fallaron, y, en prematura vejez, sintiéndose agotado <strong>por</strong> tan larga lucha, abdicó el trono, y se<br />

encerró en un claustro.<br />

En Suiza, lo mismo que en Alemania, vinieron díastenebrosos para la Reforma. Mientras que<br />

muchos cantones aceptaban la fe reformada, otros se aferraban ciega y obstinadamente al credo <strong>de</strong> Roma.<br />

Las persecuciones dirigidas contra <strong>los</strong> que aceptaban la verdad provocaron finalmente una guerra civil.<br />

Zuinglio y muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que se habían unido con él en la Reforma sucumbieron en el sangriento campo<br />

<strong>de</strong> Cappel. Ecolampadio, abrumado <strong>por</strong> estos terribles <strong>de</strong>sastres, murió poco <strong>de</strong>spués. Roma parecía<br />

triunfar y recuperar en muchos lugares lo que había perdido. Pero Aquel cuyos consejos son <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

siglo y hasta el siglo, no había abandonado la causa <strong>de</strong> su pueblo. Su mano le iba a dar libertad. Había<br />

levantado en otros países obreros que impulsasen la Reforma. En Francia, mucho antes que el nombre<br />

<strong>de</strong> Lutero fuese conocido como el <strong>de</strong> un reformador, había empezado a amanecer. Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> primeros<br />

en recibir la luz fue el anciano Lefevre, hombre <strong>de</strong> extensos conocimientos, catedrático <strong>de</strong> la universidad<br />

<strong>de</strong> París, y sincero y fiel partidario <strong>de</strong>l papa. En las investigaciones que hizo en la literatura antigua se<br />

<strong>de</strong>spertó su atención <strong>por</strong> la Biblia e introdujo el estudio <strong>de</strong> ella entre sus estudiantes.<br />

Lefevre era entusiasta adorador <strong>de</strong> <strong>los</strong> santos y se había consagrado a preparar una historia <strong>de</strong><br />

éstos y <strong>de</strong> <strong>los</strong> mártires como la dan las leyendas <strong>de</strong> la iglesia. Era ésta una obra magna, que requería<br />

mucho trabajo; pero ya estaba muy a<strong>de</strong>lantado en ella cuando <strong>de</strong>cidió estudiar la Biblia con el propósito<br />

<strong>de</strong> obtener <strong>de</strong> ella datos para su libro. En el sagrado libro halló santos, es verdad, pero no como <strong>los</strong> que<br />

figuran en el calendario romano. Un raudal <strong>de</strong> luz divina penetró en su mente. Perplejo y disgustado<br />

abandonó el trabajo que se había impuesto, y se consagró a la Palabra <strong>de</strong> Dios. Pronto comenzó a enseñar<br />

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