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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Por aquel tiempo, una imagen <strong>de</strong> la virgen, que estaba colocada en la esquina <strong>de</strong> una calle,<br />

amaneció mutilada." Esto produjo gran agitación en la ciudad. Multitud <strong>de</strong> gente acudió al lugar dando<br />

señales <strong>de</strong> duelo y <strong>de</strong> indignación. <strong>El</strong> mismo rey fue hondamente conmovido. Vieron en esto <strong>los</strong> monjes<br />

una coyuntura favorable para el<strong>los</strong>, y se apresuraron en aprovecharla. "Estos son <strong>los</strong> frutos <strong>de</strong> las<br />

doctrinas <strong>de</strong> Berquin —exclamaban.— Todo va a ser echado <strong>por</strong> tierra, la religión, las leyes, el trono<br />

mismo, <strong>por</strong> esta conspiración luterana. —Ibid. Berquin fue aprehendido <strong>de</strong> nuevo. <strong>El</strong> rey salió <strong>de</strong> París<br />

y <strong>los</strong> frailes pudieron obrar a su gusto. Enjuiciaron al reformador y le con<strong>de</strong>naron a muerte, y para que<br />

Francisco no pudiese interponer su influencia para librarle, la sentencia se ejecutó el mismo día en que<br />

fue pronunciada. Al medio día fue conducido Berquin al lugar <strong>de</strong> suplicio. Un inmenso gentío se reunió<br />

para presenciar el auto, y muchos notaron con turbación y espanto que la víctima había sido escogida <strong>de</strong><br />

entre las mejores y más valientes familias nobles <strong>de</strong> Francia. La estupefacción, la indignación, el escarnio<br />

y el odio, se pintaban en <strong>los</strong> semblantes <strong>de</strong> aquella inquieta muchedumbre; pero había un rostro sin<br />

sombra alguna, pues <strong>los</strong> pensamientos <strong>de</strong>l mártir estaban muy lejos <strong>de</strong> la escena <strong>de</strong>l tumulto, y lo único<br />

que percibía era la presencia <strong>de</strong> su Señor.<br />

La miserable carreta en que lo llevaban, las miradas <strong>de</strong> enojo que le echaban sus perseguidores,<br />

la muerte espantosa que le esperaba —nada <strong>de</strong> esto le im<strong>por</strong>taba; el que vive, si bien estuvo muerto, pero<br />

ahora vive para siempre y tiene las llaves <strong>de</strong> la muerte y <strong>de</strong>l infierno, estaba a su lado. <strong>El</strong> semblante <strong>de</strong><br />

Berquin estaba radiante <strong>de</strong> luz y paz <strong>de</strong>l cielo. Vestía lujosa ropa, y llevaba "capa <strong>de</strong> terciopelo, justillo<br />

<strong>de</strong> raso y <strong>de</strong> damasco, calzas <strong>de</strong> oro." —D'Aubigné, Histoire <strong>de</strong> la Réformation au temps <strong>de</strong> Calvin, lib.<br />

2, cap. 16. Iba a dar testimonio <strong>de</strong> su fe en presencia <strong>de</strong>l Rey <strong>de</strong> reyes y ante todo el universo, y ninguna<br />

señal <strong>de</strong> duelo empañaba su alegría. Mientras la procesión <strong>de</strong>sfilaba <strong>de</strong>spacio <strong>por</strong> las calles atestadas <strong>de</strong><br />

gente, el pueblo notaba maravillado la paz inalterable y el gozo triunfante que se pintaban en el rostro y<br />

el continente <strong>de</strong>l mártir. "Parece —<strong>de</strong>cían— como si estuviera sentado en el templo meditando en cosas<br />

santas." —Wylie, lib. 13, cap. 9. Ya atado a la estaca, quiso Berquin dirigir unas cuantas palabras al<br />

pueblo, pero <strong>los</strong> monjes, temiendo las consecuencias, empezaron a dar gritos y <strong>los</strong> soldados a entrechocar<br />

sus armas, y con esto ahogaron la voz <strong>de</strong>l mártir. Así fue como en 1529, la autoridad eclesiástica y<br />

literaria más notable <strong>de</strong> la culta ciudad <strong>de</strong> París, "dio al populacho <strong>de</strong> 1793 el vil ejemplo <strong>de</strong> sofocar en<br />

el cadalso las sagradas palabras <strong>de</strong> <strong>los</strong> moribundos." —Ibid. Berquin fue estrangulado y su cuerpo<br />

entregado a las llamas. La noticia <strong>de</strong> su muerte entristeció a <strong>los</strong> amigos <strong>de</strong> la Reforma en todas partes <strong>de</strong><br />

Francia. Pero su ejemplo no quedó sin provecho. "También nosotros estamos listos —<strong>de</strong>cían <strong>los</strong> testigos<br />

<strong>de</strong> la verdad— para recibir la muerte con gozo, poniendo nuestros ojos en la vida veni<strong>de</strong>ra." —<br />

D'Aubigné, Ibid.<br />

Durante la persecución en Meaux, se prohibió a <strong>los</strong> predicadores <strong>de</strong> la Reforma que siguieran en<br />

su obra <strong>de</strong> propaganda, <strong>por</strong> lo cual fueron a establecerse en otros campos <strong>de</strong> acción. Lefevre, al cabo <strong>de</strong><br />

algún tiempo, se dirigió a Alemania, y Farel volvió a su pueblo natal, en el este <strong>de</strong> Francia para esparcir<br />

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