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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

págs. 528-530.) Tanto en Escocia como en Inglaterra se logró hacer respetar mejor el domingo<br />

mezclándolo en parte con el sábado antiguo. Pero variaba el tiempo que se <strong>de</strong>bía guardar como sagrado.<br />

Un edicto <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Escocia <strong>de</strong>claraba que "se <strong>de</strong>bía consi<strong>de</strong>rar como santo el sábado a partir <strong>de</strong>l medio<br />

día" y que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese momento hasta el lunes nadie <strong>de</strong>bía ocuparse en trabajos mundanos.— Morer, págs.<br />

290, 291.<br />

Pero a pesar <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> esfuerzos hechos para establecer la santidad <strong>de</strong>l domingo, <strong>los</strong> mismos<br />

papistas confesaban públicamente la autoridad divina <strong>de</strong>l sábado y el origen humano <strong>de</strong> la institución<br />

que lo había suplantado. En el siglo XVI un concilio papal or<strong>de</strong>nó explícitamente: Recuer<strong>de</strong>n todos <strong>los</strong><br />

cristianos que el séptimo día fue consagrado <strong>por</strong> Dios y aceptado y observado no sólo <strong>por</strong> <strong>los</strong> judíos,<br />

sino también <strong>por</strong> todos <strong>los</strong> que querían adorar a Dios; no obstante nosotros <strong>los</strong> cristianos hemos<br />

cambiado el sábado <strong>de</strong> el<strong>los</strong> en el día <strong>de</strong>l Señor, domingo. —Id., págs. 281, 282. Los que estaban<br />

pisoteando la ley divina no ignoraban el carácter <strong>de</strong> la obra que estaban realizando. Se estaban colocando<br />

<strong>de</strong>liberadamente <strong>por</strong> encima <strong>de</strong> Dios. Un ejemplo sorpren<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la política <strong>de</strong> Roma contra <strong>los</strong> que no<br />

concuerdan con ella se encuentra en la larga y sangrienta persecución <strong>de</strong> <strong>los</strong> val<strong>de</strong>nses, algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

cuales observaban el sábado. Otros sufrieron <strong>de</strong> modo parecido <strong>por</strong> su fi<strong>de</strong>lidad al cuarto mandamiento.<br />

La historia <strong>de</strong> las iglesias <strong>de</strong> Etiopía, o Abisinia, es especialmente significativa. En medio <strong>de</strong> las tinieblas<br />

<strong>de</strong> la <strong>Ed</strong>ad Media, se perdió <strong>de</strong> vista a <strong>los</strong> cristianos <strong>de</strong>l África central, quienes, olvidados <strong>de</strong>l mundo,<br />

gozaron <strong>de</strong> plena libertad en el ejercicio <strong>de</strong> su fe. Pero al fin Roma <strong>de</strong>scubrió su existencia y el emperador<br />

<strong>de</strong> Abisinia fue pronto inducido a reconocer al papa como vicario <strong>de</strong> Cristo. Esto fue principio <strong>de</strong> otras<br />

concesiones. Se proclamó un edicto que prohibía la observancia <strong>de</strong>l sábado, bajo las penas más severas.<br />

(Véase Miguel Ged<strong>de</strong>s, Church History of Ethiopia, págs. 311, 312.) Pero la tiranía papal se convirtió<br />

luego en yugo tan amargo que <strong>los</strong> abisinios resolvieron sacudirlo. Después <strong>de</strong> una lucha terrible, <strong>los</strong><br />

romanistas fueron expulsados <strong>de</strong> Abisinia y la antigua fe fue restablecida. Las iglesias se regocijaron en<br />

su libertad y no olvidaron jamás la lección que habían aprendido respecto al engaño, al fanatismo y al<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spótico <strong>de</strong> Roma. En medio <strong>de</strong> su reino aislado se sintieron felices <strong>de</strong> permanecer <strong>de</strong>sconocidos<br />

para el resto <strong>de</strong> la cristiandad.<br />

Las iglesias <strong>de</strong> África observaban el sábado como lo había observado la iglesia papal antes <strong>de</strong> su<br />

completa apostasía. Al mismo tiempo que guardaban el séptimo día en obediencia al mandamiento <strong>de</strong><br />

Dios, se abstenían <strong>de</strong> trabajar el domingo conforme a la costumbre <strong>de</strong> la iglesia. Al lograr el po<strong>de</strong>r<br />

supremo, Roma había pisoteado el día <strong>de</strong> reposo <strong>de</strong> Dios para enaltecer el suyo propio; pero las iglesias<br />

<strong>de</strong> África, <strong>de</strong>sconocidas <strong>por</strong> cerca <strong>de</strong> mil años, no participaron <strong>de</strong> esta apostasía. Cuando cayeron bajo<br />

el cetro <strong>de</strong> Roma, fueron forzadas a <strong>de</strong>jar a un lado el verda<strong>de</strong>ro día <strong>de</strong> reposo y a exaltar el falso; pero<br />

apenas recobraron su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia volvieron a obe<strong>de</strong>cer el cuarto mandamiento. (Véase el Apéndice.)<br />

Estos recuerdos <strong>de</strong> lo pasado ponen claramente <strong>de</strong> manifiesto la enemistad <strong>de</strong> Roma contra el verda<strong>de</strong>ro<br />

día <strong>de</strong> reposo y sus <strong>de</strong>fensores, y <strong>los</strong> medios que emplea para honrar la institución creada <strong>por</strong> ella. La<br />

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