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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Así como Dios envió a su siervo para dar al mundo aviso <strong>de</strong>l diluvio que se acercaba, también<br />

envió mensajeros escogidos para anunciar la venida <strong>de</strong>l juicio final. Y así como <strong>los</strong> contem<strong>por</strong>áneos <strong>de</strong><br />

Noé se burlaron con <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> las predicciones <strong>de</strong>l predicador <strong>de</strong> la justicia, también en <strong>los</strong> días <strong>de</strong><br />

Miller muchos, hasta <strong>de</strong> <strong>los</strong> que profesaban ser <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios, se burlaron <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong> aviso.<br />

¿Y <strong>por</strong> qué la doctrina y predicación <strong>de</strong> la segunda venida <strong>de</strong> Cristo fueron tan mal recibidas <strong>por</strong> las<br />

iglesias? Si bien el advenimiento <strong>de</strong>l Señor significa <strong>de</strong>sgracia y <strong>de</strong>solación para <strong>los</strong> impíos, para <strong>los</strong><br />

justos es motivo <strong>de</strong> dicha y esperanza. Esta gran verdad había sido consuelo <strong>de</strong> <strong>los</strong> fieles siervos <strong>de</strong> Dios<br />

a través <strong>de</strong> <strong>los</strong> sig<strong>los</strong>; ¿<strong>por</strong> qué hubo <strong>de</strong> convertirse, como su Autor, en "piedra <strong>de</strong> tropiezo, y piedra <strong>de</strong><br />

caída," para <strong>los</strong> que profesaban ser su pueblo? Fue nuestro Señor mismo quien prometió a sus discípu<strong>los</strong>:<br />

"Si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo." (S. Juan 14: 3, V.M.) <strong>El</strong><br />

compasivo Salvador fue quien, previendo el abandono y dolor <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong>, encargó a <strong>los</strong> ángeles<br />

que <strong>los</strong> consolaran con la seguridad <strong>de</strong> que volvería en persona, como había subido al cielo. Mientras<br />

<strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> estaban mirando con ansia al cielo para percibir la última vislumbre <strong>de</strong> Aquel a quien<br />

amaban, fue atraída su atención <strong>por</strong> las palabras: "¡Varones galileos, ¿<strong>por</strong> qué os quedáis mirando así<br />

al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado <strong>de</strong> vosotros al cielo, así vendrá <strong>de</strong>l mismo modo que le<br />

habéis visto ir al cielo!" (Hechos 1: 11, V.M.)<br />

<strong>El</strong> mensaje <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles reavivó la esperanza <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong>. "Volvieron a Jerusalem con gran<br />

gozo: y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios." (S. Lucas 24: 52, 53.) No se<br />

alegraban <strong>de</strong> que Jesús se hubiese separado <strong>de</strong> el<strong>los</strong> ni <strong>de</strong> que hubiesen sido <strong>de</strong>jados para luchar con las<br />

pruebas y tentaciones <strong>de</strong>l mundo, sino <strong>por</strong>que <strong>los</strong> ángeles les habían asegurado que él volvería. La<br />

proclamación <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>bería ser ahora lo que fue la hecha <strong>por</strong> <strong>los</strong> ángeles a <strong>los</strong> pastores<br />

<strong>de</strong> Belén, es <strong>de</strong>cir, buenas nuevas <strong>de</strong> gran gozo. Los que aman verda<strong>de</strong>ramente al Salvador no pue<strong>de</strong>n<br />

menos que recibir con aclamaciones <strong>de</strong> alegría el anuncio fundado en la Palabra <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> que Aquel<br />

en quien se concentran sus esperanzas para la vida eterna volverá, no para ser insultado, <strong>de</strong>spreciado y<br />

rechazado como en su primer advenimiento, sino con po<strong>de</strong>r y gloria, para redimir a su pueblo. Son<br />

aquel<strong>los</strong> que no aman al Salvador quienes <strong>de</strong>sean que no regrese; y no pue<strong>de</strong> haber prueba más<br />

concluyente <strong>de</strong> que las iglesias se han apartado <strong>de</strong> Dios, que la irritación y la animosidad <strong>de</strong>spertadas<br />

<strong>por</strong> este mensaje celestial.<br />

Los que aceptaron la doctrina <strong>de</strong>l advenimiento vieron la necesidad <strong>de</strong> arrepentirse y humillarse<br />

ante Dios. Muchos habían estado vacilando mucho tiempo entre Cristo y el mundo; entonces<br />

comprendieron que era tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidirse. "Las cosas eternas asumieron para el<strong>los</strong> extraordinaria<br />

realidad. Acercóseles el cielo y se sintieron culpables ante Dios." — Bliss, pág. 146. <strong>Nueva</strong> vida<br />

espiritual se <strong>de</strong>spertó en <strong>los</strong> creyentes. <strong>El</strong> mensaje les hizo sentir que el tiempo era corto, que <strong>de</strong>bían<br />

hacer pronto cuanto habían <strong>de</strong> hacer <strong>por</strong> sus semejantes. La tierra retrocedía, la eternidad parecía abrirse<br />

ante el<strong>los</strong>, y el alma, con todo lo que pertenece a su dicha o infortunio inmortal, eclipsaba <strong>por</strong> así <strong>de</strong>cirlo<br />

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