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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Capítulo 30 : <strong>El</strong> Origen <strong>de</strong>l Mal <strong>de</strong>l Dolor<br />

PARA muchos el origen <strong>de</strong>l pecado y el <strong>por</strong> qué <strong>de</strong> su existencia es causa <strong>de</strong> gran perplejidad.<br />

Ven la obra <strong>de</strong>l mal con sus terribles resultados <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong>solación, y se preguntan cómo pue<strong>de</strong> existir<br />

todo eso bajo la soberanía <strong>de</strong> Aquel cuya sabiduría, po<strong>de</strong>r y amor son infinitos. Es esto un misterio que<br />

no pue<strong>de</strong>n explicarse. Y su incertidumbre y sus dudas <strong>los</strong> <strong>de</strong>jan ciegos ante las verda<strong>de</strong>s plenamente<br />

reveladas en la Palabra <strong>de</strong> Dios y esenciales para la salvación. Hay quienes. En sus investigaciones<br />

acerca <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong>l pecado, tratan <strong>de</strong> inquirir lo que Dios nunca reveló; <strong>de</strong> aquí que no encuentren<br />

solución a sus dificulta<strong>de</strong>s; y <strong>los</strong> que son dominados <strong>por</strong> una disposición a la duda y a la cavilación lo<br />

aducen como disculpa para rechazar las palabras <strong>de</strong> la Santa Escritura. Otros, sin embargo, no se pue<strong>de</strong>n<br />

dar cuenta satisfactoria <strong>de</strong>l gran problema <strong>de</strong>l mal, <strong>de</strong>bido a la circunstancia <strong>de</strong> que la tradición y las<br />

falsas interpretaciones han obscurecido las enseñanzas <strong>de</strong> la Biblia referentes al carácter <strong>de</strong> Dios, la<br />

naturaleza <strong>de</strong> su gobierno y <strong>los</strong> principios <strong>de</strong> su actitud hacia el pecado.<br />

Es imposible explicar el origen <strong>de</strong>l pecado y dar razón <strong>de</strong> su existencia. Sin embargo, se pue<strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>r suficientemente lo que atañe al origen y a la disposición final <strong>de</strong>l pecado, para hacer<br />

enteramente manifiesta la justicia y benevolencia <strong>de</strong> Dios en su modo <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r contra todo mal. Nada<br />

se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho <strong>de</strong> que Dios no fue en nada<br />

responsable <strong>de</strong> la introducción <strong>de</strong>l pecado en el mundo, y <strong>de</strong> que no hubo retención arbitraria <strong>de</strong> la gracia<br />

<strong>de</strong> Dios, ni error alguno en el gobierno divino que dieran lugar a la rebelión. <strong>El</strong> pecado es un intruso, y<br />

no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría<br />

a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo. Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa <strong>de</strong> su existencia, <strong>de</strong>jaría<br />

<strong>de</strong> ser pecado.<br />

La única <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l pecado es la que da la Palabra <strong>de</strong> Dios: "<strong>El</strong> pecado es transgresión <strong>de</strong> la<br />

ley;" es la manifestación exterior <strong>de</strong> un principio en pugna con la gran ley <strong>de</strong> amor que es el fundamento<br />

<strong>de</strong>l gobierno divino. Antes <strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong>l pecado había paz y gozo en todo el universo. Todo<br />

guardaba perfecta armonía con la voluntad <strong>de</strong>l Creador. <strong>El</strong> amor a Dios estaba <strong>por</strong> encima <strong>de</strong> todo, y el<br />

amor <strong>de</strong> unos a otros era imparcial. Cristo el Verbo, el Unigénito <strong>de</strong> Dios, era uno con el Padre Eterno:<br />

uno en naturaleza, en carácter y en <strong>de</strong>signios; era el único ser en todo el universo que podía entrar en<br />

todos <strong>los</strong> consejos y <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> Dios. Fue <strong>por</strong> intermedio <strong>de</strong> Cristo <strong>por</strong> quien el Padre efectuó la<br />

creación <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> seres celestiales. "Por él fueron creadas todas las cosas, en <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>, ... ora sean<br />

tronos, o dominios, o principados, o po<strong>de</strong>res" (Co<strong>los</strong>enses 1: 16, V.M.); y todo el cielo rendía homenaje<br />

tanto a Cristo como al Padre.<br />

Como la ley <strong>de</strong> amor era el fundamento <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Dios, la dicha <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> seres creados<br />

<strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> su perfecta armonía con <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s principios <strong>de</strong> justicia. Dios quiere que todas sus<br />

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