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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

el sepulcro hasta el día <strong>de</strong> la resurrección, prueba que <strong>los</strong> justos no van al cielo cuando mueren. Es sólo<br />

mediante la resurrección, y en virtud y como consecuencia <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Cristo <strong>por</strong> lo cual David<br />

podrá finalmente sentarse a la diestra <strong>de</strong> Dios.<br />

Y San Pablo dice: Porque si <strong>los</strong> muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no<br />

resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados. Entonces también <strong>los</strong> que durmieron en<br />

Cristo son perdidos. (1 Corintios 15: 16-18.) Si <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace cuatro mil años <strong>los</strong> justos al morir hubiesen<br />

ido directamente al cielo, ¿cómo habría podido <strong>de</strong>cir San Pablo que si no hay resurrección, "también <strong>los</strong><br />

que durmieron en Cristo, son perdidos"? No habría necesidad <strong>de</strong> resurrección. <strong>El</strong> mártir Tyndale,<br />

refiriéndose al estado <strong>de</strong> <strong>los</strong> muertos, <strong>de</strong>claró: "Confieso francamente que no estoy convencido <strong>de</strong> que<br />

el<strong>los</strong> gocen ya <strong>de</strong> la plenitud <strong>de</strong> gloria en que se encuentran Dios y <strong>los</strong> ángeles elegidos. Ni es tampoco<br />

artículo <strong>de</strong> mi fe; pues si así fuera, entonces no puedo menos que ver que sería vana la predicación <strong>de</strong> la<br />

resurrección <strong>de</strong> la carne." —Guillermo Tyndale, en el prólogo <strong>de</strong> su traducción <strong>de</strong>l Nuevo Testamento,<br />

reimpreso en British Reformers— Tindal, Frith, Barnes, pág. 349.<br />

Es un hecho incontestable que la esperanza <strong>de</strong> pasar al morir a la felicidad eterna ha llevado a un<br />

<strong>de</strong>scuido general <strong>de</strong> la doctrina bíblica <strong>de</strong> la resurrección. Esta ten<strong>de</strong>ncia ha sido notada <strong>por</strong> el Dr. Adán<br />

Clarke, quien escribió: "¡La doctrina <strong>de</strong> la resurrección parece haber sido mirada <strong>por</strong> <strong>los</strong> cristianos como<br />

si tuviera una im<strong>por</strong>tancia mucho mayor que la que se le conce<strong>de</strong> hoy! ¿Cómo es eso? Los apóstoles<br />

insistían siempre en ella y <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> ella incitaban a <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Cristo a que fuesen diligentes,<br />

obedientes y <strong>de</strong> buen ánimo. Pero sus sucesores actuales casi nunca la mencionan. Tal la predicación <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> apóstoles, y tal la fe <strong>de</strong> <strong>los</strong> primitivos cristianos; tal nuestra predicación y tal la fe <strong>de</strong> <strong>los</strong> que nos<br />

escuchan. No hay doctrina en la que el Evangelio insista más; y no hay doctrina que la predicación <strong>de</strong><br />

nuestros días trate con mayor <strong>de</strong>scuido." —Commentary on the New Testament, tomo II, comentario<br />

general <strong>de</strong> 1 Corintios 15, pág. 3. Y así siguieron las cosas hasta resultar en que la gloriosa verdad <strong>de</strong> la<br />

resurrección quedó casi completamente obscurecida y perdida <strong>de</strong> vista <strong>por</strong> el mundo cristiano. Es así<br />

que un escritor religioso autorizado, comentando las palabras <strong>de</strong> San Pablo en 1 Tesalonicenses 4:13-18,<br />

dice: "Para todos <strong>los</strong> fines prácticos <strong>de</strong> consuelo, la doctrina <strong>de</strong> la inmortalidad bienaventurada <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

justos reemplaza para nosotros cualquier doctrina dudosa <strong>de</strong> la segunda venida <strong>de</strong>l Señor. Cuando<br />

morimos es cuando el Señor viene a buscarnos. Eso es lo que tenemos que esperar y para lo que <strong>de</strong>bemos<br />

estar precavidos. Los muertos ya han entrado en la gloria. <strong>El</strong><strong>los</strong> no esperan el sonido <strong>de</strong> la trompeta para<br />

comparecer en juicio y entrar en la bienaventuranza."<br />

Pelo cuando Jesús estaba a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar a sus discípu<strong>los</strong>, no les dijo que irían pronto a reunírsele.<br />

"Voy a prepararos el lugar —les dijo.— Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os<br />

recibiré conmigo." (S. Juan 14: 2, 3, V.M.) Y San Pablo nos dice a<strong>de</strong>más que "el mismo Señor con<br />

aclamación, con voz <strong>de</strong> arcángel, y con trompeta <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong>l cielo; y <strong>los</strong> muertos en Cristo<br />

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