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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

palabras <strong>de</strong> Satanás: "Vuestros ojos serán abiertos" resultaron ser verdad pero sólo <strong>de</strong>l modo siguiente:<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que Adán y Eva hubieron <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cido a Dios, sus ojos fueron abiertos y pudieron discernir<br />

su locura; conocieron entonces lo que era el mal y probaron el amargo fruto <strong>de</strong> la transgresión. En medio<br />

<strong>de</strong>l <strong>Ed</strong>én crecía el árbol <strong>de</strong> la vida, cuyo fruto tenla el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> perpetuar la vida, Si Adán hubiese<br />

permanecido obediente a Dios, habría seguido gozando <strong>de</strong> libre acceso a aquel árbol y habría vivido<br />

eternamente. Pero en cuanto hubo pecado, quedó privado <strong>de</strong> comer <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> la vida y sujeto a la<br />

muerte.<br />

La sentencia divina: "Polvo eres, y al polvo serás tornado," entraña la extinción completa <strong>de</strong> la<br />

vida. La inmortalidad prometida al hombre a condición <strong>de</strong> que obe<strong>de</strong>ciera, se había perdido <strong>por</strong> la<br />

transgresión. Adán no podía transmitir a su posteridad lo que ya no poseía; y no habría quedado<br />

esperanza para la raza caída, si Dios, <strong>por</strong> el sacrificio <strong>de</strong> su Hijo, no hubiese puesto— la inmortalidad a<br />

su alcance. Como "la muerte así pasó a todos <strong>los</strong> hombres, pues que todos pecaron,"Cristo "sacó a la luz<br />

la vida y la inmortalidad <strong>por</strong> el evangelio." (Romanos 5: 12; 2 Timoteo 1: 10.) Y sólo <strong>por</strong> Cristo pue<strong>de</strong><br />

obtenerse la inmortalidad. Jesús dijo: "<strong>El</strong> que cree en el Hijo, tiene vida eterna, más el que es incrédulo<br />

al Hijo, no verá la vida." (S. Juan 3: 36.) Todo hombre pue<strong>de</strong> adquirir un bien tan inestimable si consiente<br />

en someterse a las condiciones necesarias. Todos "<strong>los</strong> que perseverando en bien hacer, buscan gloria y<br />

honra e inmortalidad," recibirán "la vida eterna." (Romanos 2: 7.)<br />

<strong>El</strong> único que prometió a Adán la vida en la <strong>de</strong>sobediencia fue el gran seductor. Y la <strong>de</strong>claración<br />

<strong>de</strong> la serpiente a Eva en <strong>Ed</strong>én. —"De seguro que no moriréis"— fue el primer sermón que haya sido<br />

jamás predicado sobre la inmortalidad <strong>de</strong>l alma. Y sin embargo esta misma <strong>de</strong>claración, fundada<br />

únicamente en la autoridad <strong>de</strong> Satanás, repercute <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>los</strong> púlpitos <strong>de</strong> la cristiandad, y es recibida <strong>por</strong><br />

la mayoría <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres con tanta prontitud como lo fue <strong>por</strong> nuestros primeros padres. A la divina<br />

sentencia: <strong>El</strong> alma que pecare, ésa morirá (Ezequiel 18:20), se le da el sentido siguiente: <strong>El</strong> alma que<br />

pecare, ésa no morirá, sino que vivirá eternamente. No pue<strong>de</strong> uno menos que extrañar la rara infatuación<br />

con que <strong>los</strong> hombres creen sin mas ni más las palabras <strong>de</strong> Satanás y se muestran tan incrédu<strong>los</strong> a las<br />

palabras <strong>de</strong> Dios. Si al hombre, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su caída, se le hubiese permitido tener libre acceso al árbol<br />

<strong>de</strong> la vida, habría vivido para siempre, y así el pecado habría inmortalizado. Pero un querubín y una<br />

espada que arroja llamas guardaban "el camino <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> la vida" (Génesis 3: 24), y a ningún miembro<br />

<strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> Adán le ha sido permitido salvar esta raya y participar <strong>de</strong> esa fruta <strong>de</strong> la vida. Por<br />

consiguiente no hay ni un solo pecador inmortal. Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la caída, Satanás or<strong>de</strong>nó a sus ángeles<br />

que hicieran un esfuerzo especial para inculcar la creencia <strong>de</strong> la inmortalidad natural <strong>de</strong>l hombre; y<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber inducido a la gente a aceptar este error, <strong>de</strong>bían llevarla a la conclusión <strong>de</strong> que el pecador<br />

viviría en penas eternas. Ahora el príncipe <strong>de</strong> las tinieblas, obrando <strong>por</strong> conducto <strong>de</strong> sus agentes,<br />

representa a Dios como un tirano vengativo, y <strong>de</strong>clara que arroja al infierno a todos aquel<strong>los</strong> que no le<br />

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