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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

presentarse, no lo hicieron, sino que mandaron sus <strong>de</strong>legados. <strong>El</strong> papa Juan, aun cuando era quien<br />

ostensiblemente había convocado el concilio, acudió con mucho recelo, sospechando la intención secreta<br />

<strong>de</strong>l emperador <strong>de</strong> <strong>de</strong>stituirle, y temiendo ser llamado a cuentas <strong>por</strong> <strong>los</strong> vicios con que había<br />

<strong>de</strong>sprestigiado la tiara y <strong>por</strong> <strong>los</strong> crímenes <strong>de</strong> que se había valido para apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> ella. Sin embargo,<br />

hizo su entrada en la ciudad <strong>de</strong> Constanza con gran pompa, acompañado <strong>de</strong> <strong>los</strong> eclesiásticos <strong>de</strong> más alta<br />

categoría y <strong>de</strong> un séquito <strong>de</strong> cortesanos. <strong>El</strong> clero y <strong>los</strong> dignatarios <strong>de</strong> la ciudad, con un gentío inmenso,<br />

salieron a recibirle. Venía <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un dosel dorado sostenido <strong>por</strong> cuatro <strong>de</strong> <strong>los</strong> principales magistrados.<br />

La hostia iba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, y las ricas vestiduras <strong>de</strong> <strong>los</strong> car<strong>de</strong>nales daban un aspecto imponente a la<br />

procesión.<br />

Entre tanto, otro viajero se acercaba a Constanza. Hus se daba cuenta <strong>de</strong>l riesgo que corría. Se<br />

había <strong>de</strong>spedido <strong>de</strong> sus amigos como si ya no pensara volver<strong>los</strong> a ver, y había emprendido el viaje<br />

presintiendo que remataría en la hoguera. A pesar <strong>de</strong> haber obtenido un salvoconducto <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong><br />

Bohemia, y otro que, estando ya en camino, recibió <strong>de</strong>l emperador Segismundo, arregló bien todos sus<br />

asuntos en previsión <strong>de</strong> su muerte probable.<br />

En una carta dirigida a sus amigos <strong>de</strong> Praga, les <strong>de</strong>cía: "Hermanos míos . . . me voy llevando un<br />

salvoconducto <strong>de</strong>l rey para hacer frente a mis numerosos y mortales enemigos. . . . Me encomiendo <strong>de</strong><br />

todo corazón al Dios todopo<strong>de</strong>roso, mi Salvador; confío en que él escuchará vuestras ardientes súplicas;<br />

que pondrá su pru<strong>de</strong>ncia y su sabiduría en mi boca para que yo pueda resistir a <strong>los</strong> adversarios, y que me<br />

asistirá el Espíritu Santo para confirmarme en la verdad, a fin <strong>de</strong> que pueda arrostrar con valor las<br />

tentaciones, la cárcel y si fuese necesario, una muerte cruel. Jesucristo sufrió <strong>por</strong> sus muy amados, y,<br />

<strong>por</strong> tanto ¿habremos <strong>de</strong> extrañar que nos haya <strong>de</strong>jado su ejemplo a fin <strong>de</strong> que suframos con paciencia<br />

todas las cosas para nuestra propia salvación? <strong>El</strong> es Dios y nosotros somos sus criaturas; él es el Señor<br />

y nosotros sus siervos; él es el Dueño <strong>de</strong>l mundo y nosotros somos viles mortales, ¡y sin embargo sufrió!<br />

¿Por qué, entonces, no habríamos <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer nosotros también, y más cuando sabemos que la tribulación<br />

purifica? Por lo tanto, amados míos, si mi muerte ha <strong>de</strong> contribuir a su gloria, rogad que ella venga<br />

pronto y que él me dé fuerzas para so<strong>por</strong>tar con serenidad todas las calamida<strong>de</strong>s que me esperan. Empero,<br />

si es mejor que yo regrese para vivir otra vez entre vosotros, pidamos a Dios que yo vuelva sin mancha,<br />

es <strong>de</strong>cir, que no suprima un til<strong>de</strong> <strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong>l Evangelio, para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>jar a mis hermanos un buen<br />

ejemplo que imitar. Es muy probable que nunca más volváis a ver mi cara en Praga; pero si fuese la<br />

voluntad <strong>de</strong>l Dios todopo<strong>de</strong>roso traerme <strong>de</strong> nuevo a vosotros, avanzaremos con un corazón más firme<br />

en el conocimiento y en el amor <strong>de</strong> su ley."— Bonnechose, lib. 2, págs. 162, 163.<br />

En otra carta que escribió a un sacerdote que se había convertido al Evangelio, Hus habló con<br />

profunda humildad <strong>de</strong> sus propios errores, acusándose "<strong>de</strong> haber sido afecto a llevar hermosos trajes y<br />

<strong>de</strong> haber perdido mucho tiempo en cosas frívolas." Añadía <strong>de</strong>spués estas conmovedoras amonestaciones:<br />

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