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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

nada. Se aseguró <strong>de</strong> que Lutero estuviera protegido, y esto le bastaba. Pasaron así la primavera, el verano<br />

y el otoño, y llegó el invierno, y Lutero seguía aún secuestrado. Ya exultaban Aleandro y sus partidarios<br />

al consi<strong>de</strong>rar casi apagada la luz <strong>de</strong>l Evangelio. Pero, en vez <strong>de</strong> ser esto así, el reformador estaba llenando<br />

su lámpara en <strong>los</strong> almacenes <strong>de</strong> la verdad y su luz iba a brillar con <strong>de</strong>slumbrantes fulgores.<br />

En la amigable seguridad que disfrutaba en la Wartburg, congratulábase Lutero <strong>por</strong> haber sido<br />

sustraído <strong>por</strong> algún tiempo al calor y al alboroto <strong>de</strong>l combate. Pero no podía encontrar satisfacción en<br />

prolongado <strong>de</strong>scanso. Acostumbrado a la vida activa y al rudo combate, no podía quedar mucho tiempo<br />

ocioso. En aquel<strong>los</strong> días <strong>de</strong> soledad, tenía siempre presente la situación <strong>de</strong> la iglesia, y exclamaba<br />

<strong>de</strong>sesperado: "¡Ay! ¡y que no haya nadie en este último día <strong>de</strong> su ira, que que<strong>de</strong> en pie <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor<br />

como un muro, para salvar a Israel!" —Id., lib. 9, cap. 2. También pensaba en sí mismo y tenía miedo<br />

<strong>de</strong> ser tachado <strong>de</strong> cobardía <strong>por</strong> haber huído <strong>de</strong> la lucha. Se reprochaba su indolencia y la indulgencia con<br />

que se trataba a sí mismo. Y no obstante esto, estaba haciendo diariamente más <strong>de</strong> lo que hubiera podido<br />

hacer un hombre solo. Su pluma no permanecía nunca ociosa. En el momento en que sus enemigos se<br />

lisonjeaban <strong>de</strong> haberle acallado, <strong>los</strong> asombraron y confundieron las pruebas tangibles <strong>de</strong> su actividad.<br />

Un sinnúmero <strong>de</strong> tratados, provenientes <strong>de</strong> su pluma, circulaban <strong>por</strong> toda Alemania. También prestó<br />

entonces valioso servicio a sus compatriotas al traducir al alemán el Nuevo Testamento. Des<strong>de</strong> su Patmos<br />

perdido entre riscos siguió casi un año proclamando el Evangelio y censurando <strong>los</strong> pecados y <strong>los</strong> errores<br />

<strong>de</strong> su tiempo.<br />

Pero no fue únicamente para preservar a Lutero <strong>de</strong> la ira <strong>de</strong> sus enemigos, ni para darle un tiempo<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso en el que pudiese hacer estos im<strong>por</strong>tantes trabajos, para lo que Dios separó a su siervo <strong>de</strong>l<br />

escenario <strong>de</strong> la vida pública. Había otros resultados más preciosos que alcanzar. En el <strong>de</strong>scanso y en la<br />

obscuridad <strong>de</strong> su montaña solitaria, quedó Lutero sin auxilio humano y fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> las alabanzas<br />

y <strong>de</strong> la admiración <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres. Así fue salvado <strong>de</strong>l orgullo y <strong>de</strong> la confianza en sí mismo, que a<br />

menudo son frutos <strong>de</strong>l éxito. Por medio <strong>de</strong>l sufrimiento y <strong>de</strong> la humillación fue preparado para andar<br />

con firmeza en las vertiginosas alturas adon<strong>de</strong> había sido llevado <strong>de</strong> repente.<br />

A la vez que <strong>los</strong> hombres se regocijan en la libertad que les da el conocimiento <strong>de</strong> la verdad, se<br />

sienten inclinados a ensalzar a aquel<strong>los</strong> <strong>de</strong> quienes Dios se ha valido para romper las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> la<br />

superstición y <strong>de</strong>l error. Satanás procura distraer <strong>de</strong> Dios <strong>los</strong> pensamientos y <strong>los</strong> afectos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres<br />

y hacer que se fijen en <strong>los</strong> agentes humanos; induce a <strong>los</strong> hombres a dar honra al mero instrumento,<br />

ocultándole la Mano que dirige todos <strong>los</strong> sucesos <strong>de</strong> la provi<strong>de</strong>ncia. Con <strong>de</strong>masiada frecuencia acontece<br />

que <strong>los</strong> maestros religiosos así alabados y reverenciados, pier<strong>de</strong>n <strong>de</strong> vista su <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios y sin<br />

sentirlo empiezan a confiar en sí mismos. Resulta entonces que quieren gobernar el espíritu y la<br />

conciencia <strong>de</strong>l pueblo, el cual está dispuesto a consi<strong>de</strong>rar<strong>los</strong> como guías en vez <strong>de</strong> mirar a la Palabra <strong>de</strong><br />

Dios. La obra <strong>de</strong> reforma ve así frenada su marcha <strong>por</strong> el espíritu que domina a <strong>los</strong> que la sostienen.<br />

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