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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

el mundo; predicad el evangelio a toda criatura," y agregara: "He aquí, yo estoy con vosotros todos <strong>los</strong><br />

días, hasta el fin <strong>de</strong>l mundo" (S. Marcos 16:15; S. Mateo 28: 20); cuando en el día <strong>de</strong> Pentecostés<br />

<strong>de</strong>scendió el Consolador prometido, y <strong>por</strong> el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> lo alto que les fue dado las almas <strong>de</strong> <strong>los</strong> creyentes<br />

se estremecieron con el sentimiento <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> su Señor que ya había ascendido al cielo, —<br />

entonces, aunque la senda que seguían, como la que siguiera su Maestro, fuera la senda <strong>de</strong>l sacrificio y<br />

<strong>de</strong>l martirio, ¿habrían el<strong>los</strong> acaso cambiado el ministerio <strong>de</strong>l Evangelio <strong>de</strong> gracia, con la "corona <strong>de</strong><br />

justicia" que habían <strong>de</strong> recibir a su venida, <strong>por</strong> la gloria <strong>de</strong> un trono mundano que había sido su esperanza<br />

en <strong>los</strong> comienzos <strong>de</strong> su discipulado?<br />

Aquel "que es po<strong>de</strong>roso para hacer infinitamente más <strong>de</strong> todo cuanto po<strong>de</strong>mos pedir, y aun<br />

pensar," les había concedido con la participación en sus sufrimientos, la comunión <strong>de</strong> su gozo — el gozo<br />

<strong>de</strong> "llevar muchos hijos a la gloria," dicha in<strong>de</strong>cible, "un peso eterno <strong>de</strong> gloria," al que, dice San Pablo,<br />

nuestra "ligera aflicción que no dura sino <strong>por</strong> un momento," no es "digna <strong>de</strong> ser comparada." Lo que<br />

experimentaron <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> que predicaron el "evangelio <strong>de</strong>l reino" cuando vino Cristo <strong>por</strong> primera<br />

vez tuvo su contraparte en lo que experimentaron <strong>los</strong> que proclamaron el mensaje <strong>de</strong> su segundo<br />

advenimiento. Así como <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> fueron predicando: "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado<br />

el reino <strong>de</strong> Dios," así también Miller y sus asociados proclamaron que estaba a punto <strong>de</strong> terminar el<br />

período profético más largo y último <strong>de</strong> que habla la Biblia, que el juicio era inminente y que el reino<br />

eterno iba a ser establecido. La predicación <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> en cuanto al tiempo se basaba en las setenta<br />

semanas <strong>de</strong>l capítulo noveno <strong>de</strong> Daniel. <strong>El</strong> mensaje proclamado <strong>por</strong> Miller y sus colaboradores<br />

anunciaba la conclusión <strong>de</strong> <strong>los</strong> 2.300 días <strong>de</strong> Daniel 8:14, <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales las setenta semanas forman parte.<br />

En cada caso la predicación se fundaba en el cumplimiento <strong>de</strong> una parte diferente <strong>de</strong>l mismo gran período<br />

profético.<br />

Como <strong>los</strong> primeros discípu<strong>los</strong>, Guillermo Miller y sus colaboradores no comprendieron el<strong>los</strong><br />

mismos enteramente el alcance <strong>de</strong>l mensaje que proclamaban. Los errores que existían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía largo<br />

tiempo en la iglesia les impidieron interpretar correctamente un punto im<strong>por</strong>tante <strong>de</strong> la profecía. Por eso<br />

si bien proclamaron el mensaje que Dios les había confiado para que lo diesen al mundo, sufrieron un<br />

<strong>de</strong>sengaño <strong>de</strong>bido a un falso concepto <strong>de</strong> su significado. Al explicar Daniel 8:14 "Hasta dos mil y<br />

trescientas tar<strong>de</strong>s y mañanas; entonces será purificado el santuario," Miller, como ya lo hemos dicho,<br />

aceptó la creencia general <strong>de</strong> que la tierra era el santuario, y creyó que la purificación <strong>de</strong>l santuario<br />

representaba la purificac<strong>de</strong> la tierra <strong>por</strong> el fuego a la venida <strong>de</strong>l Señor. Por consiguiente, cuando echó <strong>de</strong><br />

ver que el fin <strong>de</strong> <strong>los</strong> 2.300 días estaba predicho con precisión, sacó la conclusión <strong>de</strong> que esto revelaba el<br />

tiempo <strong>de</strong>l segundo advenimiento. Su error provenía <strong>de</strong> que había aceptado la creencia popular relativa<br />

a lo que constituye el santuario.<br />

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