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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> col<strong>por</strong>tores más tesoneros y afortunados en la empresa fue Julián Hernán<strong>de</strong>z, un enano<br />

que, disfrazado a menudo <strong>de</strong> buhonero o <strong>de</strong> arriero, hizo muchos viajes a España, ya cruzando <strong>los</strong><br />

Pirineos, ya entrando <strong>por</strong> alguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> puertos <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong> España. Según testimonio <strong>de</strong>l escritor jesuíta,<br />

fray Santiáñez, era Julián un español que salió <strong>de</strong> Alemania con <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> infernar toda España y corrió<br />

gran parte <strong>de</strong> ella, repartiendo muchos libros <strong>de</strong> perversa doctrina <strong>por</strong> varias partes y sembrando las<br />

herejías <strong>de</strong> Lutero en hombres y mujeres; y especialmente en Sevilla. Era sobremanera astuto y mañoso,<br />

(condición propia <strong>de</strong> herejes). Hizo gran daño en toda Castilla y Andalucía. Entraba y salía <strong>por</strong> todas<br />

partes con mucha seguridad con sus trazas y embustes, pegando fuego en don<strong>de</strong> ponía <strong>los</strong> pies."*<br />

Mientras la difusión <strong>de</strong> impresos daba a conocer en España las doctrinas reformadas, "<strong>de</strong>bido a la<br />

extensión <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Car<strong>los</strong> Quinto sobre Alemania y <strong>los</strong> Países Bajos, se estrechaban más las<br />

relaciones <strong>de</strong> España con estos países, pro<strong>por</strong>cionando a <strong>los</strong> españoles, tanto seglares como eclesiásticos,<br />

una buena o<strong>por</strong>tunidad para informarse acerca <strong>de</strong> las doctrinas protestantes, y no pocos les dieron<br />

favorable acogida. — Fisher, Historia <strong>de</strong> la Reformación, pág. 360. Entre el<strong>los</strong> se encontraban algunos<br />

que, como Alfonso y Juan <strong>de</strong> Valdés, hijos <strong>de</strong> Don Fernando <strong>de</strong> Valdés, corregidor <strong>de</strong> la antigua ciudad<br />

<strong>de</strong> Cuenca, <strong>de</strong>sempeñaban altos puestos públicos.<br />

Alfonso <strong>de</strong> Valdés que, como secretario imperial, acompañó a Car<strong>los</strong> Quinto con motivo <strong>de</strong> su<br />

coronación, en 1520, y a la dieta <strong>de</strong> Worms, en 1521, aprovechó su viaje a Alemania y a <strong>los</strong> Países Bajos<br />

para informarse bien respecto al origen y a la propagación <strong>de</strong>l movimiento evangélico, y escribió dos<br />

cartas a sus amigos <strong>de</strong> España haciendo un relato completo <strong>de</strong> cuanto había oído, incluso un informe<br />

<strong>de</strong>tallado <strong>de</strong> la comparecencia <strong>de</strong> Lutero ante la dieta.* Unos diez años <strong>de</strong>spués estuvo con Car<strong>los</strong> Quinto<br />

en la dieta <strong>de</strong> Augsburgo, don<strong>de</strong> tuvo o<strong>por</strong>tunidad para conversar libremente con Melanchton, a quien<br />

aseguró que su influencia había contribuido a librar el ánimo <strong>de</strong>l emperador <strong>de</strong>. . .falsas impresiones; y<br />

que en una entrevista posterior se le había encargado dijera a Melanchton que su majestad <strong>de</strong>seaba que<br />

éste escribiera un compendio claro <strong>de</strong> las opiniones <strong>de</strong> <strong>los</strong> luteranos, poniéndolas en oposición, artículo<br />

<strong>por</strong> artículo, con las <strong>de</strong> sus adversarios. <strong>El</strong> reformador accedió gustoso al pedido, y el resultado <strong>de</strong> su<br />

labor fue comunicado <strong>por</strong> Valdés a Campegio, legado <strong>de</strong>l papa. Este acto no se le escapó al ojo vigilante<br />

<strong>de</strong> la Inquisición. Luego que Valdés regresó a su país natal, se le acusó ante el 'Santo Oficio' y fue<br />

con<strong>de</strong>nado como sospechoso <strong>de</strong> luteranismo. —M'Crie, cap. 4.<br />

<strong>El</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu Santo que asistió a <strong>los</strong> reformadores en la tarea <strong>de</strong> presentar las verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

la Palabra <strong>de</strong> Dios durante las gran<strong>de</strong>s dietas convocadas <strong>de</strong> tanto en tanto <strong>por</strong> Car<strong>los</strong> Quinto, hizo gran<br />

impresión en el ánimo <strong>de</strong> <strong>los</strong> nobles y <strong>de</strong> <strong>los</strong> dignatarios <strong>de</strong> la iglesia que <strong>de</strong> España acudieron a aquéllas.<br />

Por más que a algunos <strong>de</strong> éstos, como al arzobispo Carranza, se les contase durante muchos años entre<br />

<strong>los</strong> más <strong>de</strong>cididos partidarios <strong>de</strong>l catolicismo romano, con todo no pocos cedieron al fin a la convicción<br />

<strong>de</strong> que era verda<strong>de</strong>ramente Dios quien dirigía y enseñaba a aquel<strong>los</strong> intrépidos <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> la verdad,<br />

que, con la Biblia, abogaban <strong>por</strong> el retorno al cristianismo primitivo y a la libertad <strong>de</strong>l Evangelio.<br />

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