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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>El</strong> espíritu <strong>de</strong> concesión al paganismo fomentó aún más el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> la autoridad <strong>de</strong>l Cielo.<br />

Obrando <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> directores inconversos <strong>de</strong> la iglesia, Satanás atentó también contra el cuarto<br />

mandamiento y trató <strong>de</strong> echar a un lado el antiguo sábado, el día que Dios había ben<strong>de</strong>cido y santificado<br />

(Génesis 2:2, 3), para colocar en su lugar el día festivo observado <strong>por</strong> <strong>los</strong> paganos como "el venerable<br />

62 día <strong>de</strong>l sol." Este intento no se hizo al principio abiertamente. En <strong>los</strong> primeros sig<strong>los</strong> el verda<strong>de</strong>ro día<br />

<strong>de</strong> reposo, el sábado, había sido guardado <strong>por</strong> todos <strong>los</strong> cristianos, <strong>los</strong> cuales siendo ce<strong>los</strong>os <strong>de</strong> la honra<br />

<strong>de</strong> Dios y creyendo que su ley es inmutable, respetaban escrupu<strong>los</strong>amente la santidad <strong>de</strong> sus preceptos.<br />

Pero Satanás procedió con gran sutileza <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> sus agentes para llegar al fin que se propusiera.<br />

Para llamar la atención <strong>de</strong> las gentes hacia el domingo, fue <strong>de</strong>clarado día <strong>de</strong> fiesta en honor <strong>de</strong> la<br />

resurrección <strong>de</strong> Cristo. Se celebraban servicios religiosos en ese día; no obstante se lo consi<strong>de</strong>raba como<br />

día <strong>de</strong> recreo, y seguía guardándose piadosamente el sábado. Con el fin <strong>de</strong> preparar el terreno para la<br />

realización <strong>de</strong> sus fines, Satanás indujo a <strong>los</strong> judíos, antes <strong>de</strong>l advenimiento <strong>de</strong> Cristo, a que recargasen<br />

el sábado con las más rigurosas exacciones, <strong>de</strong> modo que su observancia fuese una pesada carga.<br />

Aprovechándose luego <strong>de</strong> la falsa luz bajo la cual lo había hecho consi<strong>de</strong>rar, hízolo <strong>de</strong>spreciar como<br />

institución judaica. Mientras que <strong>los</strong> cristianos seguían observando generalmente el domingo como día<br />

<strong>de</strong> fiesta alegre, el diablo <strong>los</strong> indujo a hacer <strong>de</strong>l sábado un día <strong>de</strong> ayuno, <strong>de</strong> tristeza y <strong>de</strong> abatimiento para<br />

hacer patente su odio al judaísmo.<br />

A principios <strong>de</strong>l siglo IV el emperador Constantino expidió un <strong>de</strong>creto que hacía <strong>de</strong>l domingo un<br />

día <strong>de</strong> fiesta pública en todo el Imperio Romano. (Véase el Apéndice.) <strong>El</strong> día <strong>de</strong>l sol fue reverenciado<br />

<strong>por</strong> sus súbditos paganos y honrado <strong>por</strong> <strong>los</strong> cristianos; pues era política <strong>de</strong>l emperador conciliar <strong>los</strong><br />

intereses <strong>de</strong>l paganismo y <strong>de</strong>l cristianismo que se hallaban en pugna. Los obispos <strong>de</strong> la iglesia, inspirados<br />

<strong>por</strong> su ambición y su sed <strong>de</strong> dominio, le hicieron obrar así, pues comprendieron que si el mismo día era<br />

observado <strong>por</strong> cristianos y paganos, éstos llegarían a aceptar nominalmente el cristianismo y ello<br />

redundaría en beneficio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> la iglesia. Pero a pesar <strong>de</strong> que muchos cristianos<br />

piadosos fueron poco a poco inducidos a reconocer cierto carácter sagrado al domingo, no <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong><br />

consi<strong>de</strong>rar el verda<strong>de</strong>ro sábado como el día santo <strong>de</strong>l Señor ni <strong>de</strong> observarlo en cumplimiento <strong>de</strong>l cuarto<br />

mandamiento. Pero no paró aquí la obra <strong>de</strong>l jefe engañador. Había resuelto reunir al mundo cristiano<br />

bajo su ban<strong>de</strong>ra y ejercer su po<strong>de</strong>r <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> su vicario, el orgul<strong>los</strong>o pontífice, que aseveraba ser el<br />

representante <strong>de</strong> Cristo. Realizó su propósito valiéndose <strong>de</strong> paganos semiconvertidos, <strong>de</strong> prelados<br />

ambiciosos y <strong>de</strong> eclesiásticos amigos <strong>de</strong>l mundo. Convocábanse <strong>de</strong> vez en cuando gran<strong>de</strong>s concilios, en<br />

que se reunían <strong>los</strong> dignatarios <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> todas partes <strong>de</strong>l mundo. Casi en cada concilio el día <strong>de</strong><br />

reposo que Dios había instituido era <strong>de</strong>primido un poco más en tanto que el domingo era exaltado en<br />

igual pro<strong>por</strong>ción. Así fue cómo la fiesta pagana llegó a ser honrada como institución divina, mientras<br />

que el sábado <strong>de</strong> la Biblia era <strong>de</strong>clarado reliquia <strong>de</strong>l judaísmo y se pronunciaba una maldición sobre sus<br />

observadores.<br />

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