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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

La Biblia no fue aceptada como regla <strong>de</strong> fe. A la doctrina <strong>de</strong> la libertad religiosa se la llamó herejía,<br />

y sus sostenedores fueron aborrecidos y proscritos. Tras largo y tenaz conflicto, <strong>los</strong> pocos que<br />

permanecían fieles resolvieron romper toda unión con la iglesia apóstata si ésta rehusaba aún <strong>de</strong>sechar<br />

la falsedad y la idolatría. Y es que vieron que dicho rompimiento era <strong>de</strong> todo punto necesario si querían<br />

obe<strong>de</strong>cer la Palabra <strong>de</strong> Dios. No se atrevían a tolerar errores fatales para sus propias almas y dar así un<br />

ejemplo que ponía en peligro la fe <strong>de</strong> sus hijos y la <strong>de</strong> <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> sus hijos. Para asegurar la paz y la<br />

unidad estaban dispuestos a cualquier concesión que no contrariase su fi<strong>de</strong>lidad a Dios, pero les parecía<br />

que sacrificar un principio <strong>por</strong> amor a la paz era pagar un precio <strong>de</strong>masiado alto. Si no se podía asegurar<br />

la unidad sin comprometer la verdad y la justicia, más valía que siguiesen las diferencias y aun la guerra.<br />

Bueno sería para la iglesia y para el mundo que <strong>los</strong> principios que aquellas almas vigorosas<br />

sostuvieron revivieran hoy en <strong>los</strong> corazones <strong>de</strong> <strong>los</strong> profesos hijos <strong>de</strong> Dios. Nótase hoy una alarmante<br />

indiferencia respecto <strong>de</strong> las doctrinas que son como las columnas <strong>de</strong> la fe cristiana. Está ganando más y<br />

más terreno la opinión <strong>de</strong> que, al fin y al cabo, dichas doctrinas no son <strong>de</strong> vital im<strong>por</strong>tancia. Semejante<br />

<strong>de</strong>generación <strong>de</strong>l pensamiento fortalece las manos <strong>de</strong> <strong>los</strong> agentes <strong>de</strong> Satanás, <strong>de</strong> modo que las falsas<br />

teorías y <strong>los</strong> fatales engaños que en otros tiempos eran rebatidos <strong>por</strong> <strong>los</strong> fieles que exponían la vida para<br />

resistir<strong>los</strong>, encuentran ahora aceptación <strong>por</strong> parte <strong>de</strong> miles y miles que <strong>de</strong>claran ser discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Cristo.<br />

No hay duda <strong>de</strong> que <strong>los</strong> cristianos primitivos fueron un pueblo peculiar. Su conducta intachable y su fe<br />

inquebrantable constituían un reproche continuo que turbaba la paz <strong>de</strong>l pecador.<br />

Aunque pocos en número, escasos <strong>de</strong> bienes, sin posición ni títu<strong>los</strong> honoríficos, aterrorizaban a<br />

<strong>los</strong> obradores <strong>de</strong> maldad don<strong>de</strong>quiera que fueran conocidos su carácter y sus doctrinas. Por eso <strong>los</strong><br />

odiaban <strong>los</strong> impíos, como Abel fue aborrecido <strong>por</strong> el impío Caín. Por el mismo motivo que tuvo Caín<br />

para matar a Abel, <strong>los</strong> que procuraban librarse <strong>de</strong> la influencia refrenadora <strong>de</strong>l Espíritu Santo daban<br />

muerte a <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Dios. Por ese mismo motivo <strong>los</strong> judíos habían rechazado y crucificado al Salvador,<br />

es a saber, <strong>por</strong>que la pureza y la santidad <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> éste constituían una reprensión constante para<br />

su egoísmo y corrupción. Des<strong>de</strong> el tiempo <strong>de</strong> Cristo hasta hoy, sus verda<strong>de</strong>ros discípu<strong>los</strong> han <strong>de</strong>spertado<br />

el odio y la oposición <strong>de</strong> <strong>los</strong> que siguen con <strong>de</strong>leite <strong>los</strong> sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>l mal.<br />

¿Cómo pues, pue<strong>de</strong> llamarse el Evangelio un mensaje <strong>de</strong> paz? Cuando Isaías predijo el nacimiento<br />

<strong>de</strong>l Mesías, le confirió el título <strong>de</strong> "Príncipe <strong>de</strong> Paz." Cuando <strong>los</strong> ángeles anunciaron a <strong>los</strong> pastores que<br />

Cristo había nacido, cantaron sobre <strong>los</strong> valles <strong>de</strong> Belén: "Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz,<br />

buena voluntad para con <strong>los</strong> hombres." (S. Lucas 2: 14.) Hay contradicción aparente entre estas<br />

<strong>de</strong>claraciones proféticas y las palabras <strong>de</strong> Cristo: "No vine a traer paz, sino espada." (S. Mateo 10: 34.<br />

V.M.) Pero si se las entien<strong>de</strong> correctamente, se nota armonía perfecta entre ellas. <strong>El</strong> Evangelio es un<br />

mensaje <strong>de</strong> paz. <strong>El</strong> cristianismo es un sistema que, <strong>de</strong> ser recibido y practicado, <strong>de</strong>rramaría paz, armonía<br />

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