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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

diseminadas en tan vasto país, y débilmente relacionadas unas con otras, hubiese logrado comunicar sus<br />

i<strong>de</strong>as y tener sus reuniones privadas durante cierto número <strong>de</strong> años, sin ser <strong>de</strong>scubierto <strong>por</strong> un tribunal<br />

tan ce<strong>los</strong>o como lo fue el <strong>de</strong> la Inquisición. —Ibid.<br />

Al paso que la Reforma se propagaba <strong>por</strong> todo el norte <strong>de</strong> España, con Valladolid <strong>por</strong> centro, una<br />

obra <strong>de</strong> igual im<strong>por</strong>tancia, centralizada en Sevilla, llevábase a cabo en el sur. Merced a una serie <strong>de</strong><br />

circunstancias provi<strong>de</strong>nciales, Rodrigo <strong>de</strong> Valero, joven acaudalado, fue inducido a apartarse <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>leites y pasatiempos <strong>de</strong> <strong>los</strong> ricos ociosos y a hacerse heraldo <strong>de</strong>l Evangelio <strong>de</strong> Cristo. Hízose <strong>de</strong> un<br />

ejemplar <strong>de</strong> la Vulgata, y aprovechaba todas las o<strong>por</strong>tunida<strong>de</strong>s para apren<strong>de</strong>r el latín, en que estaba<br />

escrita su Biblia. "A fuerza <strong>de</strong> estudiar día y noche," pronto logró familiarizarse con las enseñanzas <strong>de</strong><br />

las Sagradas Escrituras. <strong>El</strong> i<strong>de</strong>al sostenido <strong>por</strong> ellas era tan patente y diferente <strong>de</strong>l clero, que Valero se<br />

sintió obligado a hacerle ver a éste cuánto se habían apartado <strong>de</strong>l cristianismo primitivo todas las clases<br />

sociales, tanto en cuanto a la fe como en cuanto a las costumbres; la corrupción <strong>de</strong> su propia or<strong>de</strong>n, que<br />

había contribuido a inficionar toda la comunidad cristiana; y el sagrado <strong>de</strong>ber que le incumbía a la or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong> aplicar inmediato y radical remedio antes que el mal se volviera <strong>de</strong>l todo incurable. Estas<br />

representaciones iban siempre acompañadas <strong>de</strong> una apelación a las Sagradas Escrituras como autoridad<br />

suprema en materia <strong>de</strong> religión, y <strong>de</strong> una exposición <strong>de</strong> las principales doctrinas que aquéllas enseñan.<br />

—Id., cap. 4. "Y esto lo <strong>de</strong>cía — escribe Cipriano <strong>de</strong> Valera— no <strong>por</strong> rincones, sino en medio <strong>de</strong> las<br />

plazas y calles, y en las gradas <strong>de</strong> Sevilla." — Cipriano <strong>de</strong> Valera, Dos tratados <strong>de</strong>l papa, y <strong>de</strong> la misa,<br />

págs. 242 - 246.<br />

<strong>El</strong> más distinguido entre <strong>los</strong> conversos <strong>de</strong> Rodrigo <strong>de</strong> Valero fue el Dr. Egidio (Juan Gil), canónigo<br />

mayor <strong>de</strong> la corte eclesiástica <strong>de</strong> Sevilla (De Castro, pág. 109), quien, no obstante su extraordinario saber,<br />

no logró <strong>por</strong> muchos años alcanzar popularidad como predicador. Valero, reconociendo la causa <strong>de</strong>l<br />

fracaso <strong>de</strong>l Dr. Egidio, le aconsejó estudiara día y noche <strong>los</strong> preceptos y doctrinas <strong>de</strong> la Biblia; y la<br />

frialdad impotente con que había solido predicar fue substituída con po<strong>de</strong>rosos llamamientos a la<br />

conciencia y tiernas pláticas dirigidas a <strong>los</strong> corazones <strong>de</strong> sus oyentes. Despertóse la atención <strong>de</strong> éstos,<br />

que llegaron a la íntima convicción <strong>de</strong> la necesidad y ventaja <strong>de</strong> aquella salvación revelada <strong>por</strong> el<br />

Evangelio; <strong>de</strong> este modo <strong>los</strong> oyentes fueron preparados para recibir las nuevas doctrinas <strong>de</strong> la verdad<br />

que les presentara el predicador, tales cuales a él mismo le eran reveladas, y con la precaución que<br />

parecía aconsejar y requerir tanto la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong>l pueblo como la peligrosa situación <strong>de</strong>l predicador."<br />

"De este modo y <strong>de</strong>bido a un celo . . . atemperado con pru<strong>de</strong>ncia, . . . cúpole la honra no sólo <strong>de</strong><br />

ganar convertidos a Cristo, sino <strong>de</strong> educar mártires para la verdad. 'Entre las <strong>de</strong>más dotes celestiales <strong>de</strong><br />

aquel santo varón,' <strong>de</strong>cía uno <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong>,* era verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong> admirar el que a todos aquel<strong>los</strong><br />

cuya instrucción religiosa tomaba sobre sí, parecía que en su misma doctrina, les aplicaba al alma una<br />

tea <strong>de</strong> un fuego santo, inflamándo<strong>los</strong> con ella para todos <strong>los</strong> ejercicios piadosos, así internos como<br />

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