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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>los</strong> cie<strong>los</strong> y la tierra. Síguese un gran terremoto, "cual no fue jamás <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que <strong>los</strong> hombres han estado<br />

sobre la tierra." (Vers. 18.) <strong>El</strong> firmamento parece abrirse y cerrarse. La gloria <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> Dios parece<br />

cruzar la atmósfera. Los montes son movidos como una caña al soplo <strong>de</strong>l viento, y las rocas quebrantadas<br />

se esparcen <strong>por</strong> todos lados. Se oye un estruendo como <strong>de</strong> cercana tempestad. <strong>El</strong> mar es azotado con<br />

furor. Se oye el silbido <strong>de</strong>l huracán, como voz <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios en misión <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción. Toda la tierra se<br />

alborota e hincha como las olas <strong>de</strong>l mar. Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ce<strong>de</strong>r.<br />

Se hun<strong>de</strong>n cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron como<br />

Sodoma <strong>por</strong> su corrupción, son tragados <strong>por</strong> las enfurecidas olas. "La gran<strong>de</strong> Babilonia vino en memoria<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios, para darle el cáliz <strong>de</strong>l vino <strong>de</strong>l furor <strong>de</strong> su ira." (Vers. 19.) Pedrisco gran<strong>de</strong>, cada piedra,<br />

"como <strong>de</strong>l peso <strong>de</strong> un talento" (vers. 21), hace su obra <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción. Las más soberbias ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />

tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que <strong>los</strong> magnates han malgastado sus riquezas en<br />

provecho <strong>de</strong> su gloria personal, caen en ruinas ante su vista. Los muros <strong>de</strong> las cárceles se parten <strong>de</strong> arriba<br />

abajo, y son libertados <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Dios que habían sido apresados <strong>por</strong> su fe.<br />

Los sepulcros se abren y "muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que duermen en el polvo <strong>de</strong> la tierra serán <strong>de</strong>spertados,<br />

unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua." (Daniel 12: 2.) Todos <strong>los</strong> que<br />

murieron en la fe <strong>de</strong>l mensaje <strong>de</strong>l tercer ángel, salen glorificados <strong>de</strong> la tumba, para oír el pacto <strong>de</strong> paz<br />

que Dios hace con <strong>los</strong> que guardaron su ley. "Los que le traspasa ron" (Apocalipsis 1: 7), <strong>los</strong> que se<br />

mofaron y se rieron <strong>de</strong> la agonía <strong>de</strong> Cristo y <strong>los</strong> enemigos más acérrimos <strong>de</strong> su verdad y <strong>de</strong> su pueblo,<br />

son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados <strong>los</strong> fieles y<br />

obedientes. Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se abre paso <strong>de</strong> vez en cuando,<br />

como si fuese el ojo vengador <strong>de</strong> Jehová. Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la<br />

tierra en claridad <strong>de</strong> llamaradas. Por encima <strong>de</strong>l ruido aterrador <strong>de</strong> <strong>los</strong> truenos, se oyen voces misteriosas<br />

y terribles que anuncian la con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> <strong>los</strong> impíos. No todos entien<strong>de</strong>n las palabras pronunciadas;<br />

pero <strong>los</strong> falsos maestros las compren<strong>de</strong>n perfectamente. Los que poco antes eran tan temerarios,<br />

jactanciosos y provocativos, y que tanto se regocijaban al ensañarse en el pueblo <strong>de</strong> Dios observador <strong>de</strong><br />

sus mandamientos, se sienten presa <strong>de</strong> consternación y tiemblan <strong>de</strong> terror. Sus llantos dominan el ruido<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> elementos. Los <strong>de</strong>monios confiesan la divinidad <strong>de</strong> Cristo y tiemblan ante su po<strong>de</strong>r, mientras que<br />

<strong>los</strong> hombres claman <strong>por</strong> misericordia y se revuelcan en terror abyecto.<br />

Al consi<strong>de</strong>rar el día <strong>de</strong> Dios en santa visión, <strong>los</strong> antiguos profetas exclamaron: Aullad, <strong>por</strong>que<br />

cerca está el día <strong>de</strong> Jehová; vendrá como asolamiento <strong>de</strong>l Todopo<strong>de</strong>roso." "Métete en la piedra,<br />

escón<strong>de</strong>te en el polvo, <strong>de</strong> la presencia espantosa <strong>de</strong> Jehová y <strong>de</strong>l resplandor <strong>de</strong> su majestad. La altivez<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong>l hombre será abatida, y la soberbia <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres será humillada; y Jehová solo será<br />

ensalzado en aquel día. Porque día <strong>de</strong> Jehová <strong>de</strong> <strong>los</strong> ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, y sobre<br />

todo ensalzado; y será abatido." "Aquel día arrojará el hombre, a <strong>los</strong> topos y murciélagos, sus ído<strong>los</strong> <strong>de</strong><br />

plata y sus ído<strong>los</strong> <strong>de</strong> oro, que le hicieron para que adorase; y se entrarán en las hendiduras <strong>de</strong> las rocas y<br />

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