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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

cuando andaba <strong>por</strong> las calles, cuando se mezclaba con <strong>los</strong> hombres en las diferentes escenas <strong>de</strong> la vida.<br />

Cada emoción <strong>de</strong>l alma, cada línea escrita, cada palabra pronunciada, cada acción encaminada a hacer<br />

<strong>de</strong>scansar a <strong>los</strong> hombres en una falsa seguridad, fue una siembra; y ahora, en las almas miserables y<br />

perdidas que le ro<strong>de</strong>an, él contempla la cosecha. <strong>El</strong> Señor dice: "Curan la llaga <strong>de</strong> mi pueblo livianamente,<br />

diciendo: ¡Paz! ¡paz! cuando no hay paz." "Habéis entristecido el corazón <strong>de</strong>l justo con vuestras mentiras,<br />

a quien yo no he entristecido, y habéis robustecido las manos <strong>de</strong>l inicuo, para que no se vuelva <strong>de</strong> su mal<br />

camino, a fin <strong>de</strong> que tenga vida." (Jeremías 8: 11; Ezequiel 13: 22, V.M.) "¡Ay <strong>de</strong> <strong>los</strong> pastores que<br />

pier<strong>de</strong>n y que dispersan las ovejas <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>hesa! . . . He aquí que yo os castigaré <strong>por</strong> la maldad <strong>de</strong><br />

vuestros hechos." "¡Aullad, oh pastores, y clamad; y revolcaos en ceniza, oh mayorales <strong>de</strong>l rebaño!<br />

<strong>por</strong>que cumplidos son <strong>los</strong> días <strong>de</strong>terminados para vuestro <strong>de</strong>güello; y os dispersaré, . . . y <strong>los</strong> pastores no<br />

tendrán adon<strong>de</strong> huir, ni <strong>los</strong> mayorales <strong>de</strong>l rebaño adon<strong>de</strong> escapar." (Jeremías 23: 1, 2; 25: 34, 35, V.M.)<br />

Los ministros y el pueblo ven que no sostuvieron la <strong>de</strong>bida relación con Dios. Ven que se<br />

rebelaron contra el Autor <strong>de</strong> toda ley justa y recta. <strong>El</strong> rechazamiento <strong>de</strong> <strong>los</strong> preceptos divinos dio origen<br />

a miles <strong>de</strong> fuentes <strong>de</strong> mal, discordia, odio e iniquidad, hasta que la tierra se convirtió en un vasto campo<br />

<strong>de</strong> luchas, en un abismo <strong>de</strong> corrupción. Tal es el cuadro que se presenta ahora ante la vista <strong>de</strong> <strong>los</strong> que<br />

rechazaron la verdad y prefirieron el error. Ningún lenguaje pue<strong>de</strong> expresar la vehemencia con que <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>sobedientes y <strong>de</strong>sleales <strong>de</strong>sean lo que perdieron para siempre: la vida eterna. Los hombres a quienes<br />

el mundo idolatró <strong>por</strong> sus talentos y elocuencia, ven ahora las cosas en su luz verda<strong>de</strong>ra. Se dan cuenta<br />

<strong>de</strong> lo que perdieron <strong>por</strong> la transgresión, y caen a <strong>los</strong> pies <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> a quienes <strong>de</strong>spreciaron y<br />

ridiculizaron a causa <strong>de</strong> su fi<strong>de</strong>lidad, y confiesan que Dios <strong>los</strong> amaba. Los hombres ven que fueron<br />

engañados. Se acusan unos a otros <strong>de</strong> haberse arrastrado mutuamente a la <strong>de</strong>strucción; pero todos<br />

concuerdan para abrumar a <strong>los</strong> ministros con la más amarga con<strong>de</strong>nación. Los pastores infieles<br />

profetizaron cosas lisonjeras; indujeron a sus oyentes a menospreciar la ley <strong>de</strong> Dios y a perseguir a <strong>los</strong><br />

que querían santificarla. Ahora, en su <strong>de</strong>sesperación, estos maestros confiesan ante el mundo su obra <strong>de</strong><br />

engaño. Las multitu<strong>de</strong>s se llenan <strong>de</strong> furor. "¡Estamos perdidos! —exclaman— y vosotros sois causa <strong>de</strong><br />

nuestra perdición;" y se vuelven contra <strong>los</strong> falsos pastores. Precisamente aquel<strong>los</strong> que más <strong>los</strong> admiraban<br />

en otros tiempos pronunciarán contra el<strong>los</strong> las más terribles maldiciones. Las manos mismas que <strong>los</strong><br />

coronaron con laureles se levantarán para aniquilar<strong>los</strong>. Las espadas que <strong>de</strong>bían servir para <strong>de</strong>struir al<br />

pueblo <strong>de</strong> Dios se emplean ahora para matar a sus enemigos. Por todas partes hay luchas y<br />

<strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong> sangre.<br />

"Alcanzará el estrépito hasta <strong>los</strong> fines <strong>de</strong> la tierra: <strong>por</strong>que Jehová tiene una contienda con las<br />

naciones: entra en juicio con toda carne: y en cuanto a <strong>los</strong> inicuos, <strong>los</strong> entregará a la espada." (Jeremías<br />

25: 31, V.M.) <strong>El</strong> gran conflicto siguió su curso durante seis mil años; el Hijo <strong>de</strong> Dios y sus mensajeros<br />

celestiales lucharon contra el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l maligno, para iluminar y salvar a <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres. Ahora<br />

todos han tomado su resolución; <strong>los</strong> impíos se han unido enteramente a Satanás en su guerra contra Dios.<br />

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