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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Capítulo 6: Dos Héroes <strong>de</strong> la <strong>Ed</strong>ad Media<br />

LA SEMILLA <strong>de</strong>l Evangelio había sido sembrada en Bohemia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo noveno; la Biblia<br />

había sido traducida, y el culto público celebrábase en el idioma <strong>de</strong>l pueblo; pero conforme iba<br />

aumentando el po<strong>de</strong>r papal, obscurecíase también la Palabra <strong>de</strong> Dios. Gregorio VII, que se había<br />

propuesto humillar el orgullo <strong>de</strong> <strong>los</strong> reyes, no estaba menos resuelto a esclavizar al pueblo, y con tal fin<br />

expidió una bula para prohibir que se celebrasen cultos públicos en lengua bohemia. <strong>El</strong> papa <strong>de</strong>claró que<br />

"Dios se complacía en que se le rindiese culto en lengua <strong>de</strong>sconocida y que el haber <strong>de</strong>satendido esta<br />

disposición había sido causa <strong>de</strong> muchos males y herejías." (Wylie, lib. 3, cap. I.) Así <strong>de</strong>cretó Roma que<br />

la luz <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios fuera extinguida y que el pueblo quedara encerrado en las tinieblas; pero el<br />

Cielo había provisto otros agentes para la preservación <strong>de</strong> la iglesia. Muchos val<strong>de</strong>nses y albigenses,<br />

expulsados <strong>de</strong> sus hogares <strong>por</strong> la persecución, salieron <strong>de</strong> Francia e Italia y fueron a establecerse en<br />

Bohemia. Aunque no se atrevían a enseñar abiertamente, trabajaron ce<strong>los</strong>amente en secreto, y así se<br />

mantuvo la fe <strong>de</strong> siglo en siglo.<br />

Antes <strong>de</strong> <strong>los</strong> tiempos <strong>de</strong> Hus hubo en Bohemia hombres que se levantaron para con<strong>de</strong>nar<br />

abiertamente la corrupción <strong>de</strong> la iglesia y el libertinaje <strong>de</strong> las masas. Sus trabajos <strong>de</strong>spertaron interés<br />

general y también <strong>los</strong> temores <strong>de</strong>l clero, el cual inició una encarnizada persecución contra aquel<strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong>l Evangelio. Obligados a celebrar el culto en <strong>los</strong> bosques y en las montañas, <strong>los</strong> soldados<br />

<strong>los</strong> cazaban y mataron a muchos <strong>de</strong> el<strong>los</strong>. Transcurrido cierto tiempo, se <strong>de</strong>cretó que todos <strong>los</strong> que<br />

abandonasen el romanismo morirían en la hoguera. Pero aun mientras que <strong>los</strong> cristianos sacrificaban sus<br />

vidas, esperaban el triunfo <strong>de</strong> su causa. Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> que "enseñaban que la salvación se alcanzaba sólo<br />

<strong>por</strong> la fe en el Salvador crucificado," pronunció al morir estas palabras: "<strong>El</strong> furor <strong>de</strong> <strong>los</strong> enemigos <strong>de</strong> la<br />

verdad prevalece ahora contra nosotros, pero no será siempre así, pues <strong>de</strong> entre el pueblo ha <strong>de</strong> levantarse<br />

uno, sin espada ni signo <strong>de</strong> autoridad, contra el cual el<strong>los</strong> nada podrán hacer."— Ibid., lib. 3, cap. I.<br />

Lejos estaba aún el tiempo <strong>de</strong> Lutero; pero ya empezaba a darse a conocer un hombre cuyo<br />

testimonio contra Roma conmovería a las naciones. Juan Hus era <strong>de</strong> humil<strong>de</strong> cuna y había perdido a su<br />

padre en temprana edad. Su piadosa madre, consi<strong>de</strong>rando la educación y el temor <strong>de</strong> Dios como la más<br />

valiosa hacienda, procuró asegurársela a su hijo. Hus estudió en la escuela <strong>de</strong> la provincia y pasó <strong>de</strong>spués<br />

a la universidad <strong>de</strong> Praga don<strong>de</strong> fue admitido <strong>por</strong> caridad. En su viaje a la ciudad <strong>de</strong> Praga fue<br />

acompañado <strong>por</strong> su madre, que, siendo viuda y pobre, no pudo dotar a su hijo con bienes materiales,<br />

pero cuando llegaron a las inmediaciones <strong>de</strong> la gran ciudad se arrodilló al lado <strong>de</strong> su hijo y pidió para él<br />

la bendición <strong>de</strong> su Padre celestial. Muy poco se figuraba aquella madre <strong>de</strong> qué modo iba a ser atendida<br />

su plegaria.<br />

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