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El Conflicto de los Siglos por Elena de White [Nueva Ed.]

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

proximidad <strong>de</strong>l advenimiento, Wolff les contestaba: "¿Dijo el Señor que el día y la hora no se sabrían<br />

jamás? ¿No nos dio señales <strong>de</strong> <strong>los</strong> tiempos, para que reconociéramos siquiera la proximidad <strong>de</strong> su venida,<br />

como se reconoce la cercanía <strong>de</strong>l estío <strong>por</strong> la higuera cuando brotan sus hojas? (S. Mateo 24:32.) ¿No<br />

conoceremos jamás ese tiempo, cuando él mismo nos exhortó no sólo a leer la profecía <strong>de</strong> Daniel sino<br />

también a compren<strong>de</strong>rla? Y es precisamente en Daniel don<strong>de</strong> se dice que las palabras serían selladas<br />

hasta el tiempo <strong>de</strong>l fin (lo que era el caso en su tiempo), y que 'muchos correrán <strong>de</strong> aquí para allá'<br />

(expresión hebraica que significa observar y pensar en el tiempo), y 'la ciencia' respecto a ese tiempo<br />

será aumentada. (Daniel 12:4.) A<strong>de</strong>más, nuestro Señor no dice que la proximidad <strong>de</strong>l tiempo no será<br />

conocida, sino que nadie sabe con exactitud el 'día' ni la 'hora.' Dice que se sabrá bastante <strong>por</strong> las señales<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> tiempos, para inducirnos a que nos preparemos para su venida, así como Noé preparó el arca." —<br />

Wolff, Researches and Missionary Labors, págs. 404, 405. Respecto al sistema popular <strong>de</strong> interpretar, o<br />

mejor dicho <strong>de</strong> torcer las Sagradas Escrituras, Wolff escribió: "La mayoría <strong>de</strong> las iglesias cristianas se<br />

ha apartado <strong>de</strong>l claro sentido <strong>de</strong> las Escrituras, para adoptar el sistema fantástico <strong>de</strong> <strong>los</strong> budistas; creen<br />

que la dicha futura <strong>de</strong> la humanidad consistirá en cernerse en el aire, y suponen que cuando se lee judíos,<br />

<strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse gentiles; y cuando se lee Jerusalén, <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse la iglesia; y que si se habla <strong>de</strong> la<br />

tierra, es <strong>por</strong> <strong>de</strong>cir cielo; que <strong>por</strong> la venida <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse el progreso <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

misiones; y que subir a la montaña <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong>l Señor significa una gran asamblea <strong>de</strong> <strong>los</strong> metodistas.<br />

—Journal of the Rev. Joseph Wolff, pág. 96.<br />

Durante <strong>los</strong> veinticuatro años que transcurrieron <strong>de</strong> 1821 a 1845, Wolff hizo muchísimos viajes:<br />

recorrió en África, Egipto y Abisinia; en Asia, la Palestina, Siria, Persia, Bokara y la India. Visitó<br />

también <strong>los</strong> Estados Unidos <strong>de</strong> Norteamérica, y <strong>de</strong> paso para aquel país predicó en la isla <strong>de</strong> Santa <strong>El</strong>ena.<br />

Llegó a <strong>Nueva</strong> York en agosto <strong>de</strong> 1837, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hablado en aquella ciudad, predicó en<br />

Fila<strong>de</strong>lfia y Baltimore, y finalmente se dirigió a Wáshington. Allí, dice, <strong>de</strong>bido a una proposición hecha<br />

<strong>por</strong> el ex presi<strong>de</strong>nte Juan Quincy Adams, en una <strong>de</strong> las cámaras <strong>de</strong>l congreso, se me concedió <strong>por</strong><br />

unanimidad el uso <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong>l congreso para una conferencia que dí un sábado, y que fue honrada con<br />

la presencia <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> miembros <strong>de</strong>l congreso, como también <strong>de</strong>l obispo <strong>de</strong> Virginia, y <strong>de</strong>l clero y <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> vecinos <strong>de</strong> Wáshington. <strong>El</strong> mismo honor me fue conferido <strong>por</strong> <strong>los</strong> miembros <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> <strong>Nueva</strong><br />

Jersey y <strong>de</strong> Pensilvania, en cuya presencia dí conferencias sobre mis investigaciones en el Asia, como<br />

también sobre el reinado personal <strong>de</strong> Jesucristo." — Id., págs. 398, 399.<br />

<strong>El</strong> Dr. Wolff visitó <strong>los</strong> países más bárbaros sin contar con la protección <strong>de</strong> ningún gobierno<br />

europeo, sufriendo muchas privaciones y ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> peligros sin número. Fue apaleado y reducido al<br />

hambre, vendido como esclavo y con<strong>de</strong>nado tres veces a muerte. Fue atacado <strong>por</strong> bandidos y a veces<br />

estuvo a punto <strong>de</strong> morir <strong>de</strong> sed. Una vez fue <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> cuanto poseía, y tuvo que andar centenares <strong>de</strong><br />

millas a pie a través <strong>de</strong> las montañas, con la nieve azotándole la cara y con pies <strong>de</strong>scalzos entumecidos<br />

<strong>por</strong> el contacto <strong>de</strong>l suelo helado. Cuando se le aconsejó que no fuera sin armas entre tribus salvajes y<br />

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