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EL SER POETICO

Esta obra incluye propuestas innovadoras sobre la concepción del arte en general y del poema en particular. Los nuevos conceptos están formalizados en varias definiciones y postulados. También nos proporciona valiosos indicadores que nos permiten diferenciar el Verso Vulgar y las gradaciones que lo llevan al Verso Puro. Por otra parte, propone la solución a la extraña paradoja que los críticos tradicionales han fabricado con la supuesta dicotomía entre “Poesía” y “Prosa”, mientras que la noción del Momento Vital se convierte en un indicador muy importante para la comprensión de lo que es una novela, un relato o un poema en verso. La Visión y la Transfiguración del poema visionario, tal como lo define Carlos Bousoño, cobran nuevos matices.

Esta obra incluye propuestas innovadoras sobre la concepción del arte en general y del poema en particular. Los nuevos conceptos están formalizados en varias definiciones y postulados. También nos proporciona valiosos indicadores que nos permiten diferenciar el Verso Vulgar y las gradaciones que lo llevan al Verso Puro.

Por otra parte, propone la solución a la extraña paradoja que los críticos tradicionales han fabricado con la supuesta dicotomía entre “Poesía” y “Prosa”, mientras que la noción del Momento Vital se convierte en un indicador muy importante para la comprensión de lo que es una novela, un relato o un poema en verso. La Visión y la Transfiguración del poema visionario, tal como lo define Carlos Bousoño, cobran nuevos matices.

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“POESÍA” Y “PROSA”<br />

(Un Falso dilema)<br />

El Problema<br />

Casi todos los analistas de la literatura se han autoimpuesto la tarea<br />

de anteponer la “poesía” a la “prosa”. En este entrevero, de tan<br />

grandes borlones, perceptivos se ha dado en identificar la “poesía”<br />

con el verso y la prosa con lo coloquial. Según esta perspectiva, sólo<br />

los enamorados -mejor, los desdeñados por sus damas y alguno que<br />

otro loco, han estado capacitados para escribir “poesía” pletórica de<br />

bohemia. La imagen del poeta fue entonces identificada con la de<br />

un ser cadavérico, barbón, sucio siempre hambriento y siempre sediento;<br />

siempre trémulo y con los ojos en estado de asfixia inminente.<br />

Por su parte, los cultivadores de la “prosa” han salido mejor parados<br />

en la comparación, sobre todo por las opiniones que han vertido,<br />

ya en la novela, ya en el ensayo, ya en el periódico. De este<br />

modo, hambre y “poesía” han dado la impresión de ir de la mano<br />

en un contrato de sociedad nunca traicionado. Un poeta hartado ha<br />

sido considerado un caso de gran desequilibrio natural y un motivo<br />

de seria ofensa a la sensibilidad colectiva. He aquí un ejemplo. Durante<br />

un certamen poético en Buenos Aires, allá por el año de 1990<br />

nos reunimos varios poetas latinoamericanos en la casa de un amigo;<br />

cuando le preguntaron al hijo de la dueña de casa, un niño de<br />

siete años de edad, qué deseaba ser cuando fuera grande, se estructuró<br />

este pequeño diálogo:<br />

- yo quiero ser como mi tío Mario, Poeta (Por alguna razón, se<br />

identificó conmigo)<br />

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