05.07.2020 Views

3. Niños de Todo el Mundo

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Don Zenón y Primitivo ayudaron al patrón a ponerse

en pie. Sacudiendo la tierra del sombrero y dándose masajes

en la parte dolorida, éste se acercó rengueando hasta

donde Cipriano lo esperaba, pálido y deseando que la tierra

se abriese y lo tragase.

—¿ Vos me ensillaste el caballo ? —bramó el patrón.

-Este... sí, patroncito... -respondió Cipriano con un

hilo de voz.

-¿Y no te dije mil veces que el potro es medio bravo

todavía y que tienes que atarlo del cabestro al palenque

para poderlo estribar? -volvió a rugir el patrón.

-Este... yo... -balbuceaba el peoncito, cuando unos gritos

llamaron la atención de todos.

-¡E l agua!... ¡El agua!... ¡Se desborda el tanque!...

-¡Cipriano, sois una calamidad! -gritó el patrón, rojo

como un tom ate-. ¡Has dejado la canilla del tanque abierta!

Anda a cerrarla antes que...

El patrón no llegó a terminar la amenaza, pues ya el

muchacho salía como una luz a cerrar esa canilla.

—Lo mejor será que corte camino por el lado del chiquero

—se decía Cipriano, corriendo a más no poder— Llegaré

antes y de paso no me embarro con el agua que cae

del tanque.

Como un rayo atravesó el chiquero y salió por la otra

parte... con todos los chanchos corriendo detrás de él. Cipriano

cerró la canilla y se dio vuelta sonriente, buscando

la aprobación de todos los que estaban contemplándolo. Pero

lo único que pudo ver fue una cara más furiosa que la otra

y además... como cincuenta chanchos embarrados revolcándose

encima de las sábanas puestas a secar en el pasto por

la cocinera.

¿Qué había sucedido? Nada más y nada menos que se

había olvidado de cerrar la puerta del chiquero y los chanchos

habían decidido entonces darse una vueltecita por la

estancia.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!