You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
reverso de Crucita; alegre, juguetón y de tal modo travieso
que en el barrio le dieron el mote de “El Chamuco”.
Pasados los nueve días de luto por la muerte de su esposa,
habiendo ya rezado el novenario de rosarios, Martiniano
reunió a sus ocho hijos para organizar nuevamente
su vida pidiéndoles a cada uno su cooperación. Rosa, la
mayor, se ofrece a ser ama de casa y cuidar a Toño y a
Crucita, diciendo: —¡Tengo tantas ganas de ser su mamá!
Cada uno asume una responsabilidad. Menos Toño,
que sólo piensa en jugar.
Una vez que está solo, el padre da rienda suelta a su
tristeza. La escena lo ha dejado conmovido. Se siente solo
en medio de sus hijos; está cansado y más que nunca tendrá
que trabajar. Tiene que ser duro con sus hijos cuando
quisiera derramar ternura; está feliz de tener una familia
tan unida, y al mismo tiempo llora.
De pronto se sorprende al oír la voz de Crucita, que
nadie había tomado en cuenta, y que ahora le pregunta:
—¿Por qué está triste, papacito?
—No estoy triste, mi hijita; lloro de alegría.
Pensativa y moviendo la cabeza, la niña contesta:
—La gente grande dice muchos disparates. ¿ Cómo puede
uno llorar si está contento? Y cambiando de tema le
pregunta:
—¿Por qué no me deja trabajar? Yo quiero ser artista
como mis hermanos y usted, quiero aprender a hacer figuras
muy bonitas de barro.
Su padre cariñosamente le dice:.
—Eres muy pequeña; primero tendrás que ir a la escuela;
por ahora, a jugar.
Esa noche, acurrucada junto a Rosa, Crucita sueña despierta
con sus grandes proyectos de llegar a ser famosa
como artista de la alfarería.
La niña se duerme al fin recordando que mañana tendrá
que madrugar, pues Toño quiere darle una sorpresa.