05.07.2020 Views

3. Niños de Todo el Mundo

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Alguien los vio salir hacia la mina abandonada. Otros

vieron a Toño la noche anterior con doña Chole.

Francisco, el mayor de los hermanos, va a hablar con la

anciana y le aclara la verdad. Padre, vecinos y hermanos salen

a buscar, armados de linternas, picos, palas y cuerdas.

Después de agotadora búsqueda, los encuentran al fin,

en estado lamentable, enlodados de pies a cabeza, temblando

de nervios y de frío. En brazos los sacan de allí.

Pasado el susto, el pobre Toño se resigna a aguantar

como los hombres la merecida tunda que le dan sus hermanos

por su brillante idea.

Al día siguiente Crucita estuvo muy callada, le dolía el

cuerpo, sentía que la cabeza le estallaba.

Al no probar bocado en todo el día, Rosa le pregunta:

—¿Qué tienes, Crucita? ¿Te sientes mal? Si estás triste

por Toño, no te aflijas; ya se le olvidó. Ya ves, él mismo

dice que mientras papá le está regañando, él se pone a pensar

en otra cosa.

—No es nada, Rosa; lo que tengo es que todavía estoy

asustada.

Rosa la toma en sus brazos y al besarle la frente nota

que está ardiendo la criatura.

Asustada corre a pedir auxilio a los vecinos. En un momento

la casa está llena de gente, sugiriendo distintos males

y ofreciendo remedios caseros. La pobre niña tiene que

tomarse varios bebistrajos espantosos que no hacen efecto,

por supuesto.

Por momentos la fiebre aumenta. Los dolores son cada

vez más fuertes.

—Rosa —grita la niña—, no me puedo mover; las piernas

las tengo como muertas. ¿Me voy a morir? No tengo miedo.

Tú dices que los niños, si se mueren y son buenos, se

van derecho al cielo, pero yo prefiero quedarme aquí. Yo

quiero ayudar a papá; es por eso que fuimos a la mina en

busca del tesoro.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!