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3. Niños de Todo el Mundo

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que fabrica cosas muy diversas con latas viejas. Me hizo

más agujeros en los costados, y me convirtió en el hornillo

que soy ahora.

—Pero, ¿ cómo llegaste hasta aquí ? Esto no es Port H arcourt

—preguntó la sartén.

—Vine en camión. Había muchas otras latas y en cuanto

el camión se puso en marcha, comenzamos a hacer ruido.

Al principio traté de cantar, pero las demás latas se daban

golpes y gritaban, y pronto también yo comencé a darme

golpes y a gritar. Nos divertimos mucho en el viaje, pero

me parece que no le gustó mucho al conductor del camión.

Realmente, hicimos mucho ruido. Al fin llegamos al mercado,

cerca de aquí. El conductor detuvo el camión y nos puso

en el suelo. Estuve mucho tiempo en el almacén del comerciante,

hasta que un día llegó Mame Nyame y me compró.

Y aquí estoy. Esta es mi historia.

El hornillo dejó de hablar y sonrió a todos los de la

cocina.

—¿Eres feliz aquí con nosotros? —preguntó la sartén.

—No era feliz cuando estaba solo en el patio. Pero ahora

estoy muy contento de estar con todos vosotros y con

el fogón, el jefe de nuestra cocina.

—Y ahora Mame Nyame os va a echar a los dos a la

basura —dijo la mesa de la cocina.

—No —dijo Yaa, con decisión— ¡No lo permitiré!

—Vamos, vamos, Yaa —dijo el fogón— Es tarde. Debes

ir a la cama y nosotros tenemos que dormir. Mañana hablaremos

de esto.

—No consentiré que os eche —repitió Yaa— No le dejaré.

¡Pensaré algo! Y, tristemente, se fue a la cama.

A la mañana siguiente, Mame Nyame entró temprano

en la cocina. Dos hombres la segían llevando una gran caja

brillante, que parecía muy pesada. La pusieron en el suelo

de la cocina, y en aquel momento entró Yaa.

—¿Qué es esto? —preguntó señalando la caja.

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