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INTRODUCCIÓN 17<br />

ubicación constantemente. Cualquiera sea <strong>la</strong> preeminencia que un compromiso<br />

emocional en particu<strong>la</strong>r pueda alcanzar sobre sus competidores, éste rara<br />

vez es de carácrer absoluto, y nada le garantiza que habrá de durar lo suficiente<br />

como para completar el objetivo que esa ape<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> emotividad<br />

había pretendido vehiculizar. Como reg<strong>la</strong>, todo compromiso trae de fábrica<br />

una caja de herramientas que permite su desactivación, incluso si en <strong>la</strong> apoteosis<br />

del estallido emocional <strong>la</strong> rotura del compromiso parecía inconcebible.<br />

La economía de <strong>la</strong>s lealtades políticas fundadas en <strong>la</strong> emotividad presenta todos<br />

los rasgos que para Richard Rorty definen <strong>la</strong> política de "campaña" en<br />

tanto opuesta a <strong>la</strong> de "movimiento". En <strong>la</strong> esca<strong>la</strong> jerárquica determinada colectiva<br />

o individualmente en base a <strong>la</strong>s lealtades políticas, <strong>la</strong>s distintas "comunidades<br />

imaginadas" (o postu<strong>la</strong>das, o fijadas)' pueden subir o bajar de puesto.<br />

e incluso desaparecer por completo de <strong>la</strong> lista, de un momento a otro de<br />

sus vidas, <strong>la</strong>s que se desarrol<strong>la</strong>n como una sucesión de episodios re<strong>la</strong>tivamente<br />

independientes.<br />

El aspecto de este permanenre "juego de <strong>la</strong> sil<strong>la</strong>" de <strong>la</strong>s lealtades políticas<br />

que resulta más pertinente al tema que nos ocupa es <strong>la</strong> pérdida, cada vez más<br />

evidente -y quizás irrecuperable-, de <strong>la</strong> posición privilegiada (e irrebatiblemente<br />

superior) que el Estado-nación ocupaba efectivamente, o cuya ocupacíón<br />

se arrogaba. El Estado, despojado de gran parte de su soberanía, que<br />

alguna vez había sido completa, "total", ha esgrimido argumentos del tipo<br />

de "no tenemos alternativa" como fundamentos de acción mucho más a<br />

menudo de Jo que ha ejercido <strong>la</strong> libre selección de <strong>la</strong>s políticas a seguir; movido<br />

por fuerzas exteriores y no por <strong>la</strong>s preferencias democráticamente expresadas<br />

de sus propios ciudadanos, ha perdido <strong>la</strong> mayor parte del atractivo<br />

que presentaba en el pasado en calidad de ámbito para <strong>la</strong> inversión<br />

segura y provechosa.<br />

El nacionalismo en su forma moderna habría sido impensable si no se hubiera<br />

creído en <strong>la</strong> apuesta del Estado moderno por <strong>la</strong> soberanía total, y difícilmente<br />

pueda sobrevivir tras el derrumbe de esa apuesta, o su retirada del<br />

juego. Hoy en día, rara vez se vuelve a hacer una apuesta como ésa, y con menos<br />

frecuencia aún se confía fervorosamente en sus resultados; de hecho, si es<br />

que llega a formulárse<strong>la</strong>, suena como una mera arenga. un intento desesperado,<br />

aunque escaso en entusiasmo, por desempolvar de <strong>la</strong> memoria viejos recuerdos,<br />

con <strong>la</strong> esperanza de recuperar antes su capacidad de inspiración que<br />

) Véase el capítulo "Comunidad", en mi libro LiquidModernity, ob. eje

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