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104 POLÍTICA GLOBAL<br />
Hasta su casi completa división en dos bloques de poder que miraban con<br />
desaprobación cualquier negativa a unírseles (incluso los pocos países "no alineados"<br />
dispersos buscaban desesperadamente conformar un "bloque sin bloque"<br />
propio), <strong>la</strong> superficie de <strong>la</strong> Tierra solía dividirse en los distintos territorios<br />
mutuamente independientes de los Estados soberanos. Se afirmaba que <strong>la</strong><br />
soberanía del Estado era completa e indivisible, y éste se esforzaba por cumplir<br />
con ese ideal; asimismo, todo Estado soberano estaba dispuesto a asistir<br />
prontamente a sus pares en defensa de ese principio compartido.<br />
Tal aspiración de soberanía política era ciertamente demandante. Exigía <strong>la</strong><br />
capacidad de equilibrar <strong>la</strong>s cuentas, defender <strong>la</strong>s propia') fronteras y mantener<br />
a raya a los vecinos potencialmente peligrosos, así como el poder para ensamb<strong>la</strong>r<br />
y ocuparse de un modelo cultural completo que asegurara cada aspecto de<br />
<strong>la</strong> vida en comunidad. Por eso, sólo una cantidad re<strong>la</strong>tivamente escasa de pob<strong>la</strong>ciones<br />
pudieron pasar <strong>la</strong> prueba de <strong>la</strong> conformación del Estado. Puede que<br />
<strong>la</strong> independencia sea un trofeo codiciado por doquier y ávidamente perseguido,<br />
pero fue accesible sólo para unos pocos elegidos. La Liga de <strong>la</strong>s Naciones,<br />
a diferencia de <strong>la</strong>s actuales Naciones Unidas, tenía sólo unos pocos miembros.<br />
Todo cambió, sin embargo, una vez que <strong>la</strong>s tres patas (económica, militar<br />
y cultural) del trípode de poderes en el que, según se suponía, debía descansar<br />
<strong>la</strong> soberanía política comenzaron a sacudirse, desgastarse y caer hechas pedazos,<br />
incluso en el caso de los Estados más antiguos, re<strong>la</strong>tivamente ricos y sólidamente<br />
afianzados. Hoy en día, de pocos Estados-nación puede decirse, si es<br />
que puede decirse de alguno, que sean autónomos, y menos aún que puedan<br />
mantenerse con sus propios recursos o que sean autosuficientes, económica,<br />
militar y culturalrnente. Pocos Estados podrían pasar, si es que hay alguno que<br />
pueda, <strong>la</strong>s pruebas ortodoxas, rigurosas y estrictas que les permitirían arrogarse<br />
esa categoría. La autarquía económica, militar y cultural ya no es un requisito<br />
para exigir y conceder <strong>la</strong> independencia política. El resultado global de todos<br />
estos cambios es <strong>la</strong> progresiva fragmentación política (balcanización, según<br />
sugieren algunos observadores) del p<strong>la</strong>neta. Los edificios de <strong>la</strong>s Naciones Unidas,<br />
al no estar preparados para tamaña explosión, se ven desbordados.<br />
Sin embargo, <strong>la</strong> proliferación de Estados-nación va de <strong>la</strong> mano con su<br />
propio debilitamiento. Pequeños en cuanto a su tamaño, a su volumen de recursos,<br />
o en cuanto a ambas cosas, económica y militarmente dependientes y<br />
culturalmenre cortos de miras, tienen un peso mínimo, y una capacidad de<br />
negociación y presión demasiado reducida como para alcanzar <strong>la</strong> categoría<br />
de actores respetados y tenidos en cuenta a un mismo nivel que los principa-