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250 POLÍTICAS DE VIDA<br />
dad sobre sus acusadores lo suficientemente importante como para hacer que<br />
<strong>la</strong>s acusaciones se vuelvan, si no irrelevantes, al menos (yeso es lo que verdaderamente<br />
importa) carentes de consecuencias prácticas.<br />
Hay muchas formas de negar <strong>la</strong> culpa (o de pretenderse inocente, que para<br />
el caso es lo mismo), pero los argumentos utilizados son sorprendentemente simi<strong>la</strong>res.<br />
La estructura de <strong>la</strong> negación descansa sobre dos patas (falta de conocimiento<br />
y falta de oportunidad para actuar en base a ese conocimiento), que se<br />
acomoda fácilmente a <strong>la</strong> amplia gama de argumentos que se usan con mayor<br />
frecuencia. Despojados de adornos, todos los argumentos dejan ver uno ti otro<br />
de estos motivos: "No sabía" o "No podía". La primera es una respuesta directa,<br />
irreflexiva, casi brusca, a <strong>la</strong> disonancia cognitiva: "Yo (nosotros) no sabía<br />
(mas)"... que había gente que sufría; que ese sufrimiento se lo infligían otros;<br />
que esas cosas tan horribles sucedían en un lejano extremo de <strong>la</strong> cadena de actos<br />
de <strong>la</strong> cual el mío es nada más que un es<strong>la</strong>bón entre otros muchos... Si <strong>la</strong> ape<strong>la</strong>ción<br />
a <strong>la</strong> ignorancia pierde crédito, <strong>la</strong> ape<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> impotencia viene al rescate:<br />
"No podía" ... hacer nada, dado que <strong>la</strong> alternativa era demasiado terrible<br />
como para contemp<strong>la</strong>r<strong>la</strong>; además, si hubiera actuado o no, habría sido lo mismo:<br />
<strong>la</strong>s chances de evitar o reparar lo que estaba sucediendo eran ínfimas.<br />
En <strong>la</strong> época de <strong>la</strong> autopista de <strong>la</strong> información, <strong>la</strong> ape<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> ignorancia<br />
está perdiendo crédito rápidamente. La información acerca del sufrimiento de<br />
otra gente, expresada de <strong>la</strong> forma más vívida y fácilmente legible, está instantáneamente<br />
al alcance de todos casi en todas partes (una vez que el acceso a <strong>la</strong> red<br />
mundial de autopistas informáticas dejó de requerir incluso <strong>la</strong> cercanía de una<br />
conexión telefónica, <strong>la</strong> distancia dejó de ser excusa). Esto tiene dos consecuencias<br />
que p<strong>la</strong>ntean interrogantes éticos cuya gravedad no tiene precedentes.<br />
La primera: ser espectador ya no es <strong>la</strong> situación excepcional de unos pocos.<br />
Hoy en día, todos somos espectadores, testigos de cómo se inflige dolor,<br />
y del sufrimiento humano que eso causa.<br />
La segunda: todos nos encontramos (incluso si no <strong>la</strong> sentimos) ante <strong>la</strong> necesidad<br />
de expiar nuestras culpas y de justificarnos. En cuanto a esto, son<br />
muy pocos los que no sienten en algún momento <strong>la</strong> necesidad de acudir a <strong>la</strong><br />
negación.<br />
Permítasenos hacer notar que en una era en que <strong>la</strong> información es accesible<br />
universal e instantáneamente, una excusa como "No sabía" agrava <strong>la</strong> culpa<br />
en vez de absolver del pecado. Más que dar <strong>la</strong> impresión de que a uno se<br />
le ocultó dolosamente <strong>la</strong> verdad, tiene <strong>la</strong> connotación de que uno, de manera<br />
egoísta, para preservar su propia tranquilidad, se rehusó a que lo molesta-