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COMO SE VE EN TV 215<br />
gan que utilizó durante <strong>la</strong> última década el multimedia francés RTL: "La información<br />
es como el café: cuando es caliente y fuerte, es buena". Para ajustarse<br />
a este credo, los medios recic<strong>la</strong>n el mundo como una sucesión de acantecimientos.<br />
No importa en qué orden se sucedan éstos: puede que después de<br />
<strong>la</strong> Copa del Mundo venga <strong>la</strong> muerte de Diana, seguida por los avatares eróticos<br />
de Bill Clinton, seguida por el bombardeo de Serbia, seguida por <strong>la</strong>s<br />
inundaciones de Mozambique. Fácilmente se podría invertir o alterar el orden:<br />
en realidad no importa, dado que no existen conexiones causales o una<br />
lógica unificadora: por el contrario, lo azaroso y aleatorio de <strong>la</strong> sucesión expresa<br />
<strong>la</strong> inflexible contingencia del mundo, quoderat demonstrandum. Lo que<br />
importa, e importa mucho, es que cada acontecimiento sea lo suficientemente<br />
fuerte como para aparecer en los titu<strong>la</strong>res, pero que ceda su lugar antes de<br />
enfriarse. "La gril<strong>la</strong> de acontecimientos se ha convertido en <strong>la</strong> única manera<br />
de abordar el mundo", observa Brune." El mundo está en constante movimiento,<br />
o al menos eso es lo que <strong>la</strong> experiencia nos dice cada día: de modo<br />
que <strong>la</strong> rápida sucesión de "puntos de interés público" crea <strong>la</strong> impresión que<br />
nos es tan necesaria de que, efectivamente, estamos al corriente de los cambios,<br />
de que estamos al día con <strong>la</strong> sostenida aceleración de <strong>la</strong> realidad.<br />
Ésta no es, sin embargo, <strong>la</strong> única importancia del acontecimiento. "El<br />
acontecimiento", seña<strong>la</strong> Brune, "constituye a los ciudadanos como público".<br />
Pcrmírascme comentar que se trata de un nuevo tipo de público, manifiestamente<br />
diferente de aquel que [ohn Sruarr Mill, junto con otros protagonistas<br />
de <strong>la</strong> democracia moderna, elogió por ser el bastión de <strong>la</strong> soberanía popu<strong>la</strong>r.<br />
El público que cobró entidad (y que rápidamente fue desmante<strong>la</strong>do) por el<br />
"acontecimiento en vista del público" es una congregación de espectadores,<br />
no de actores. La "pertenencia" que surge del hecho de mirar lo mismo con<br />
el mismo enfoque no exige otro compromiso que el de <strong>la</strong> atención. Los<br />
miembros de <strong>la</strong> congregación de espectadores no tienen por qué seguir el espectáculo<br />
de forma activa: ciertamente, nadie les pide que decidan qué tipo<br />
de acciones habría que llevar a cabo (con excepción de esas encuestas instantáneas<br />
que simu<strong>la</strong>n hacerlo formu<strong>la</strong>ndo preguntas de naturaleza esencialmente<br />
estética, para comprobar <strong>la</strong> apreciación que los espectadores se hacen del<br />
espectáculo). Los acontecimientos sirven para demostrar que <strong>la</strong> "escena pública"<br />
es para mirar y disfrutar, no para actuar.<br />
J) Francois Brune, "De <strong>la</strong> soumission dans les tetes", en: Le Monde Diplomatique, abril de<br />
2000, p, 20.