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LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 163<br />
alcanzar <strong>la</strong> vita activa: no existen atajos que lleven del terror existencial a una<br />
existencia digna y significativa.<br />
En el momento en que escribieron, ni Séneca ni Pascal podían pretender<br />
contar con muchos lectores. Pocos sabían leer, y menos aún tenían con qué<br />
pagar lo que costaban los libros; y muy pocos por cierto estaban dispuestos a<br />
gastar dinero en comprarlos y tiempo en leerlos. Aún no habían surgido ni <strong>la</strong><br />
idea del rure<strong>la</strong>je intelectual ni el concepto de que el filósofo naturalmente debía<br />
hacerse cargo de <strong>la</strong> tute<strong>la</strong> del "pueblo". Tuvo que pasar un siglo y medio<br />
tras <strong>la</strong> muerte de Pascal para que naciera un misionero intelectual, destinado<br />
a llevar <strong>la</strong> antorcha del aprendizaje a través de los oscuros rincones del hábitat<br />
humano. Se necesitaron muchos años más para que al recién nacido se le<br />
expidiera un certificado de nacimiento y se le estableciera domicilio legal. Séneca<br />
y Pascal participaron de una discusión de <strong>la</strong> que poca gente había estado<br />
dispuesta a formar parte, o a <strong>la</strong> que pocos habían sido invitados. Y difícilmente<br />
pudieran imaginarse que los registros escritos de sus cavi<strong>la</strong>ciones serían<br />
vendidos en <strong>la</strong>s librerías de <strong>la</strong>s estaciones de tren y los aeropuertos.<br />
Séneca les dio a sus solitarias reflexiones el nombre de "diálogos". Lo que<br />
éste (y Pascal rambién) pensó y <strong>la</strong> manera en lo pensó, lo que escribió y cómo<br />
lo escribió, lo pensó a <strong>la</strong> medida de una pequeña compañía, muy selectiva,<br />
de probables compañeros de diálogo. Su pensamiento se desarrolló a través<br />
de <strong>la</strong> conversación con esos pocos elegidos que podían aspirar a <strong>la</strong><br />
bendición del tipo de mente cuyo cultivo, según <strong>la</strong> descripción de Montaigne,<br />
"consiste en asombro, cacería e incertidumbre, como Apelo nos hizo saber<br />
con suficiente c<strong>la</strong>ridad al hab<strong>la</strong>r [...] ambiguamente, de manera oblicua<br />
y oscura, sin hartarnos, sino manteniéndonos pensativos y ocupados".R<br />
Según <strong>la</strong>s recetas de Séneca y Pascal, <strong>la</strong> felicidad no era un programa al que<br />
debían apuntar. o que debían abrazar, los hoi polloi. Séneca l<strong>la</strong>mó a sus lectores<br />
a vivir de acuerdo a <strong>la</strong> naturaleza, haciendo a un <strong>la</strong>do todo Jo superficial,<br />
innecesario, excesivo, ajeno y hostil a lo que ésta ofrecía. Y, sin embargo, el tipo<br />
de vida que esperaba que se adoptara una vez que se desti<strong>la</strong>ran, filtraran y<br />
eliminaran los contaminantes era en sí misma altamente antinatural. Los no<br />
iniciados en los arcanos y abstrusos secretos de <strong>la</strong> filosofía seguían en sus vidas<br />
costumbres muy distintas. La "naturaleza" a <strong>la</strong> que hacía referencia Séneca no<br />
aparecía por ninguna parte. La naturaleza profundamente antinatural de Sé-<br />
K Michel de Monraigne, Thc Complete Essays, traducción de M. A. Screech, Penguin, 1991.<br />
pp. 1211-1212 [trad. esp.: Ensayos, Barcelona, Altaya, ]994J.