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TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 59<br />
agudo y dicción articu<strong>la</strong>da; siempre ha sido fa experiencia de esa categoría selecta<br />
lo que ha dado lugar a esa arricu<strong>la</strong>ción, a <strong>la</strong> vez que ha proporcionado<br />
<strong>la</strong> lente con <strong>la</strong> que, a través de <strong>la</strong> experiencia de otros seres humanos, habría<br />
de examinarse <strong>la</strong>experiencia humana en tanto tal. Al tener eso en cuenta, podríamos<br />
decir que para <strong>la</strong> elite pensante de <strong>la</strong> temprana época moderna <strong>la</strong><br />
elección de <strong>la</strong> "<strong>sociedad</strong>" como metáfora era coherente en grado sumo. No<br />
desentonaba un ápice con aquello que sabían y eran capaces de percibir; y el<br />
tipo de "imaginación sociológica" que originaba permanecía muy cerca de su<br />
experiencia diaria.<br />
Después de rodo, era <strong>la</strong> época de <strong>la</strong> "modernidad sólida", <strong>la</strong> época para <strong>la</strong><br />
construcción de marcos y cercos resistentes hechos para durar, para <strong>la</strong> integración<br />
y <strong>la</strong> unificación: era <strong>la</strong> época para agrupar en fábricas los talleres que<br />
habían estado dispersos, para soldar los archipié<strong>la</strong>gos conformados por comunidades<br />
ais<strong>la</strong>das para dar lugar al compacto cuerpo continental de los Estados-nación,<br />
para amalgamar los difusos y múltiples dialectos, costumbres y<br />
modos de vida en una nación con una lengua, un propósito y un gobierno.<br />
Por más separadas, antagónicamente enfrentadas o beligerantes entre sí que<br />
fueran <strong>la</strong>s numerosas partes del todo que acababa de formarse, <strong>la</strong> unión, el<br />
compañerismo y <strong>la</strong> interacción estaban a <strong>la</strong> orden del día, del mismo modo<br />
en que lo estaba <strong>la</strong> conciencia de que estaban condenada,s a vivir en mutua<br />
compañía por una <strong>la</strong>rga temporada, así como <strong>la</strong> sensación de que volverían a<br />
verse <strong>la</strong>s caras en algún momento. Tanto los sectores de <strong>la</strong> elite que practicaban<br />
<strong>la</strong> vita contemp<strong>la</strong>tiva como sus camaradas de armas dedicados a <strong>la</strong> vita activa<br />
se enfrentaban a un mismo problema, a un mismo destino, y a una misma<br />
perspectiva, es decir, a un compromiso presente y futuro con el resto de<br />
los individuos encerrados dentro de <strong>la</strong>s fronteras del Estado-nación. "Estar en<br />
compañía el uno del Otro" era su destino común, que resultaba más conveniente<br />
transformar en una común vocación. El mantenimiento del orden social,<br />
localmente y al nivel de <strong>la</strong> nación -<strong>la</strong> tarea de los administradores políticos<br />
y económicos-e, y el cultivo de sentimientos patrióticos o republicanos<br />
-<strong>la</strong> tarea de los pensadores que reflexionaban sobre <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de los administradores-<br />
eran ambos aspectos de un mismo compromiso. Y <strong>la</strong> metáfora de<br />
<strong>la</strong> "<strong>sociedad</strong>" daba cuenta de <strong>la</strong> experiencia de ese compromiso.<br />
La <strong>sociedad</strong> fue, desde el principio y abiertamente, una "entidad imaginada".<br />
Pero cuando Benedict Anderson, haciendo <strong>la</strong>s universales delicias de los<br />
practicantes de <strong>la</strong> ciencia social, acuñó el concepto de <strong>la</strong> "comunidad imaginada",<br />
estaba siguiendo, como <strong>la</strong> mayoría de nosotros casi exclusivamente, <strong>la</strong>