48651208-bauman-zygmunt-la-sociedad-sitiada
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252 POLÍTICAS DE VIDA<br />
aún más el significado del término: "Es espectador quien presencia sin enfrentar<strong>la</strong><br />
una broma racista, misógina ti hornofóbica. Dejar que un amigo<br />
conduzca borracho es actuar como espectador. También es ponerse en rol de<br />
espectador [...] no ocuparse o no pedir ayuda para ocuparse de un compañero<br />
de trabajo o colega que uno cree que está afectado o incapacitado, por<br />
ejemplo, por e! stress, e! burnouto <strong>la</strong> adicción y enfrentarlo con e! problema".<br />
C<strong>la</strong>rkson es también poeta, y a diferencia de tantos otros psicólogos, es capaz<br />
de inyectar pasión en sus definiciones, como ocurre en un poema, incluido<br />
en su mismo libro, l<strong>la</strong>mado "Asesinato de <strong>la</strong> empana":<br />
Hay un anciano junto a ti o una jovencita, un niño o un bebé, un perro o un<br />
amigo o un lugar<br />
que absorbe <strong>la</strong> violencia, el vicio, <strong>la</strong> vileza y hay alguien ahí parado<br />
mirando nada más, pasivamente, pensando para sí, hal<strong>la</strong>ndo buenas razones<br />
para no participar,<br />
evitando sentir alguna vez esa empatia, esa empana humana nuestra, <strong>la</strong> igualdad<br />
del ser y del dolor.<br />
Hacer bromas ofensivas y humil<strong>la</strong>ntes es decisión del bromista; que un amigo<br />
conduzca tras haber bebido generalmenre es decisión suya; lo más probable<br />
es que e! compañero de trabajo se haya buscado e! problema por falta de<br />
conducta o imprudencia. El "espectador" no era responsable de <strong>la</strong>s opciones<br />
que vio elegir a los otros, y menos aún de <strong>la</strong> cadena de opciones pasadas que<br />
han llevado hasta <strong>la</strong> condición acrual-en <strong>la</strong> que ya no hay una buena opción,<br />
ni en términos legales, ni físicos, ni espirituales-; los espectadores "no son<br />
realmente" responsables por los horrores que presencian. El espectador es inocentede<br />
ese pecado. Pero, insiste C<strong>la</strong>rkson, fa inocencia no esexcusa para quedarse<br />
de brazos cruzados y no mover un dedo (<strong>la</strong> culpa de! espectador es ese<br />
otro pecado: el pecado de inacción). Y aun así, consciente de que ésta es exactamente<br />
<strong>la</strong> forma en <strong>la</strong> que comúnmente se argumenta inocencia, en <strong>la</strong>s prácticas<br />
humanas tanto como en sus apéndices teóricos ---como excusa, justificación,<br />
para probar <strong>la</strong> propia rectirud-. C<strong>la</strong>rkson arriesga su atrevida acusación<br />
sólo desde su condición de poeta...<br />
Pcrmltascnos notar, sin embargo, que el grado de responsabilidad del espectador<br />
y, por consiguiente, su grado de inocencia no son una cuestión de fácil<br />
resolución. En <strong>la</strong> mayoría de los casos abre un interrogante muy polémico,<br />
l<strong>la</strong>mado a suscitar infinitos debates. Hay más de una manera de reconstruir los