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VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 145<br />
gues Derrida. Para gente como nosotros, a<strong>la</strong>bados por los demás por nuestra<br />
capacidad de autorreflexión, y orgullosos de el<strong>la</strong>, no sólo son intocables, sino<br />
impensables. En nuestro mundo de comunidades imaginadas, son inimaginables.<br />
Y <strong>la</strong> manera que tienen <strong>la</strong>s otras comunidades -genuinas o con esperanzas<br />
de serlo- para que se otorgue credibilidad a sus propias tareas de imaginación<br />
es negarles el derecho a ser imaginados. Sólo una comunidad que<br />
aparece con frecuencia en el discurso político pero que no tiene un corre<strong>la</strong>to<br />
en <strong>la</strong> vida y el tiempo reales, <strong>la</strong> comunidad global, una comunidad inclusiva<br />
pero no con ello exclusiva, una comunidad que coincida con <strong>la</strong> idea kantiana<br />
de <strong>la</strong> "Vereinigung in der Menschengattung", una unificación de <strong>la</strong> especie<br />
humana, podría apartar a los actuales refugiados del "no lugar" al que han<br />
sido arrojados.<br />
La proliferación de campos de refugiados es un producto o manifestación<br />
tan integral de <strong>la</strong> globalización como lo es el denso archipié<strong>la</strong>go de nowherevi/les<br />
en el que se mueven, de una esca<strong>la</strong> a <strong>la</strong> otra, los trotamundos de <strong>la</strong> nueva<br />
elite global. Lo que tienen en común es su extraterritorialidad, su no pertenecer<br />
realmente a un sitio, Su "estar" en el espacio que ocupan físicamente<br />
sin "pertenecer" a él. Por lo que sabemos. podrían ser <strong>la</strong> punta de <strong>la</strong>nza de<br />
una extraterritorialidad en avance, o (a un p<strong>la</strong>zo más <strong>la</strong>rgo) los <strong>la</strong>boratorios<br />
en los que se experimenta con <strong>la</strong> desemantización del lugar, <strong>la</strong> desechabilidad<br />
de los significados y <strong>la</strong> nueva permanencia de lo transitorio en condiciones<br />
extremas (todas el<strong>la</strong>s tendencias constitutivas de <strong>la</strong> fase "líquida" de <strong>la</strong> modernidad),<br />
para poner esos factores a prueba de una manera simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> que se<br />
utilizaba para hacerlo con los límites de <strong>la</strong> maleabilidad y <strong>la</strong> sumisión de los<br />
seres humanos, y con los modos de alcanzar esos límites, en los campos de<br />
concentración del estadio "sólido" de <strong>la</strong> historia moderna.<br />
Los campos de refugiados y <strong>la</strong>s nowherevilles comparten el mismo carácter<br />
transitorio inherente con el que fueron deliberadamente diseñados. Ambas<br />
insta<strong>la</strong>ciones están pensadas y p<strong>la</strong>neadas para ser un hueco tanto en el espacio<br />
como en el tiempo, una suspensión provisoria de <strong>la</strong> adscripción<br />
territorial y de <strong>la</strong> secuencia temporal. Pero los rostros que exhiben a sus respectivos<br />
usuarios o internos difieren diametralmente. Los dos tipos de extraterritorialidad<br />
están sedimentados, para decirlo de algún modo, en los polos<br />
opuestos de <strong>la</strong> globalización. El primero ofrece <strong>la</strong> transitoriedad como un servicio<br />
del que es posible disponer a voluntad, el segundo <strong>la</strong> hace permanente<br />
e irrevocable, un destino ineludible; es una diferencia simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> que separa<br />
a <strong>la</strong>s dos modalidades de permanencia segura: los barrios privados de quienes