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lOO POLÍTICA GLOBAL<br />

redicro, es indiscutible que los canales de escape sustitutos para <strong>la</strong> angustia<br />

generada por <strong>la</strong> combinación de incertidumbre e impotencia profundizan e<br />

intensifican, más de lo que ap<strong>la</strong>can, <strong>la</strong> angustia que debían combatir o disolver.<br />

Tienden a erosionar o a destruir los <strong>la</strong>zos de los compromisos mutuos,<br />

condición sine qua non del accionar solidario, sin el cual no pueden alcanzarse<br />

<strong>la</strong>s verdaderas fuentes de <strong>la</strong> angustia ni atacar<strong>la</strong>s.<br />

Sin embargo, proteger <strong>la</strong> ley y el orden es una de <strong>la</strong>s funciones ortodoxas<br />

que, igual que en el pasado, el Estado está deseoso de cumplir, de modo que<br />

<strong>la</strong> agresión autopropulsada y autodirigida no suele tolerarse. El Estado no está<br />

dispuesto a quedarse observando con pasividad mientras sus sujetos "toman<br />

<strong>la</strong> ley en sus propias manos". La violencia en <strong>la</strong> familia, el vecindario, <strong>la</strong><br />

calle o el estadio tiende a ser contrarrestada con coerción y represión por parte<br />

de los organismos del Estado; sin ser conscientes de ello, quienes <strong>la</strong> perpetran<br />

se buscan nuevas pruebas de su propia impotencia. El riesgo resulta algo<br />

menor si <strong>la</strong> agresión se redirige hacia uno mismo; hacia el propio cuerpo<br />

y <strong>la</strong> propia psiquis. Como <strong>la</strong>s vías de escape alternativas están bloqueadas o<br />

p<strong>la</strong>gadas de peligros, sería lícito suponer que <strong>la</strong> actual obsesión con el aspecto<br />

del cuerpo y el estado físico (que se manifiesta en <strong>la</strong>s dietas, <strong>la</strong>s pesas, el<br />

ejercicio aeróbico, <strong>la</strong>s rutinas de los "centros de salud" y Otros ejercicios agotadores,<br />

y a menudo dolorosos, que recuerdan <strong>la</strong> tortura autoinfligida del tipo<br />

"hágalo usted mismo"), más allá de sus otras funciones, sirve a <strong>la</strong> tarea de<br />

redireccionar esa angustia excedente. Es todavía más probable que una distracción<br />

simi<strong>la</strong>r de energías explique al menos en parte <strong>la</strong> propagación epidémica<br />

de los desórdenes bulímicos y anoréxicos, el uso adictivo de drogas, los<br />

problemas alérgicos y otras enfermedades psicosomaricas. así como <strong>la</strong>s muchas<br />

formas existentes y nuevas de depresión psíquica.<br />

Todos estos son efectos co<strong>la</strong>terales de <strong>la</strong> incertidumbre, que suelen confundirse<br />

con su remedio. La principal víctima de esta confusión es el compromiso<br />

político, ese rasgo constitutivo de <strong>la</strong> ciudadanía y, en consecuencia,<br />

de <strong>la</strong> política, en el prístino sentido aristotélico.<br />

La segunda secesión<br />

La crisis de <strong>la</strong> ciudadanía y el desencantamiento respecto del potencial del<br />

compromiso político que se experimentan en <strong>la</strong> actualidad se originan en última<br />

instancia en <strong>la</strong> impresión no del todo descabel<strong>la</strong>da de que <strong>la</strong>s agencias

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