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2. La Gran Separación, segunda fase<br />

Meditaciones aristotélicas<br />

¿Cómo leer <strong>la</strong> Política de Aristóteles en una <strong>sociedad</strong> tan diferente de <strong>la</strong> que<br />

originó <strong>la</strong>s reflexiones contenidas en ese libro fundamental? Se trata de un<br />

problema por cierto discurible.<br />

Hay fundamentos más que suficientes para rechazar de p<strong>la</strong>no <strong>la</strong> Política de<br />

Aristóteles por ser indefectiblemente anacrónica y tajantemente opuesta a cada<br />

uno de los valores que se espera que <strong>la</strong> política contemporánea promocione<br />

(como, por ejemplo, <strong>la</strong> igualdad de <strong>la</strong>s mujeres, <strong>la</strong>s libertades individuales<br />

o <strong>la</strong> universalidad de los derechos humanos). Sería fácil acumu<strong>la</strong>r argumentos<br />

para descartar<strong>la</strong> citando sentencias provenientes de una mentalidad completamente<br />

ajena que chocan violenta e inflexiblemente con nuestra doxa, ese saber<br />

subliminal, esa piedra maestra de <strong>la</strong> percepción tan profundamente sumergida<br />

que rara vez emerge en el umbral de <strong>la</strong> atención, si es que siquiera emerge;<br />

aquello con lo que pensamos, antes que aquello acerca de lo que pensamos.<br />

Consideremos, por ejemplo, lo siguiente: "Aquellos [...] que son tan inferiores<br />

a los otros como lo es el cuerpo con respecto al alma, y los animales con<br />

respecto al hombre, son esc<strong>la</strong>vos por naturaleza, y es beneficioso para ellos, como<br />

corresponde a los seres inferiores, vivir al servicio de un amo". O bien: "La<br />

fortaleza del hombre se ve cuando manda; <strong>la</strong> de <strong>la</strong> mujer, cuando obedece".'<br />

Estas dos sen tencias (y hay muchas otras parecidas) serían suficientes para relegar<br />

el magnum opus de Aristóteles a donde pertenece -a épocas pasadas- y<br />

mantenerlo allí, confinado al interés exclusivo de los historiadores, los etnógrafos<br />

y los coleccionistas de objetos curiosos.<br />

No es ésta, sin embargo, <strong>la</strong> única manera de leer a Aristóteles. Aristóteles<br />

no era un escritor de ciencia ficción, sino un agudo observador dotado de una<br />

vista exquisitamente precisa, y un diligente cronista de <strong>la</strong> realidad provisto de<br />

I Aristóteles, Politics, Everyman, 1959, pp. 11 Y25. Traducción de John Warrington.<br />

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