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48651208-bauman-zygmunt-la-sociedad-sitiada

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COMO SE VE EN TV 20]<br />

formación que se ofrece excede <strong>la</strong>rgamente <strong>la</strong> capacidad humana de absorción<br />

y retención: según algunas estimaciones, un periódico cualquiera contendría<br />

tantos bits de información como los que recibía, en promedio, un individuo<br />

del Renacimiento en el transcurso de toda su vida. No resulta<br />

sorprendente, entonces, que, como comentó George Steiner de manera sucinta,<br />

los productos culturales hoy en día se calculen "para un máximo impacto<br />

y una instantánea obsolescencia": para capturar <strong>la</strong> atención deben ser<br />

irnpactanres (más impactantes que sus competidores); pero sólo pueden tener<br />

una duración efímera, porque están obligados a hacerles lugar a nuevos impactos.<br />

Steiner describe el modo resultante de ser-en-el-mundo como cultura<br />

casino: cada partida es breve, una partida reemp<strong>la</strong>za a <strong>la</strong> otra en rápida sucesión,<br />

y los premios en juego cambian con velocidad pasmosa, y a menudo se<br />

devalúan antes de que el juego termine. Y, por supuesto, en todo casino hay<br />

una variedad de juegos, cada uno de los cuales intenta atraer a potenciales jugadores<br />

con luces de colores y promesas de premios inauditos calcu<strong>la</strong>das para<br />

eclipsar los otros juegos del mismo edificio.<br />

En un casino, y asimismo en una cultura casino, no tiene mucho sentido<br />

p<strong>la</strong>nificar a <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo. Uno tiene que tomar cada partida como viene. Cada<br />

partida es un episodio cerrado en sí mismo: ganar o perder una partida no influye<br />

sobre el resultado de <strong>la</strong>s partidas siguientes. El tiempo que se pasa en un<br />

casino es una serie de nuevos comienzos, cada uno de los cuales lleva rápidamente<br />

a un fin, y <strong>la</strong> vida que compone <strong>la</strong> cultura casino se lee como una recopi<strong>la</strong>ción<br />

de re<strong>la</strong>tos breves, y no como una nove<strong>la</strong>.<br />

La televisión sintoniza bien con <strong>la</strong>s habilidades y <strong>la</strong>s conductas que <strong>la</strong> cultura<br />

casino fomenta y cultiva e, inducida por su instinto de supervivencia, se<br />

esfuerza por sintonizar cada vez mejor. Así es que los presentadores de noticias<br />

dicen sus par<strong>la</strong>mentos de pie, y no sentados tras sus escritorios, a <strong>la</strong> vez<br />

que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que pronuncian vienen acompañadas de sonidos rítmicos,<br />

como los de un metrónomo, que les sirven para enfatizar el rápido paso del<br />

tiempo. Las sa<strong>la</strong>s de urgencias de los hospitales se convierten en <strong>la</strong> ambientación<br />

predilecta de los programas de ficción: en ningún otro <strong>la</strong>do <strong>la</strong> vida se ve<br />

con mayor realismo, y se pone de manifiesto de manera más ostensible <strong>la</strong> fugacidad<br />

de <strong>la</strong> fortuna y el infortunio. En innumerables programas de preguntas<br />

y respuestas, gana el dedo que hace sonar el timbre más rápido, y no <strong>la</strong><br />

mente que más piensa. La velocidad para responder cuenta más que el caudal<br />

de conocimientos del que provienen <strong>la</strong>s respuestas: el conocimiento que<br />

demora en salir a <strong>la</strong> luz más que el instante fugaz que se les concede a los par-

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