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224 POLÍTICAS DE VIDA<br />
El Don Juan de Kierkegaard era un monstruo, una excepción abominable<br />
y detestable, un cáncer en el cuerpo de <strong>la</strong> humanidad como podría y debería<br />
ser. Pascal no habría estado de acuerdo: Don Juan era más bien lo que <strong>la</strong> gente<br />
común y corriente querría ser si tuviera <strong>la</strong> oportunidad. Todos quieren<br />
"constantemente terminar y comenzar otra vez desde el principio", para olvidarse<br />
del final que habrá de terminar con todo, más allá del cual ya no va a<br />
haber más nuevos comienzos. Si el poder de seducción de Don Juan es <strong>la</strong> manera<br />
de vivir <strong>la</strong> vida como si fuera eterna, en vez de envenenar<strong>la</strong> con <strong>la</strong> preocupación<br />
por una eternidad que está más allá de su alcance a causa de <strong>la</strong> finitud<br />
del futuro (o, en términos de Max Scheler," si ha elegido convertir el<br />
destino común en un destino privado, en vez de usar su destino individual<br />
como un arma contra el destino común), entonces es lo mismo que busca <strong>la</strong><br />
mayoría de nosotros, aunque muy pocos logran dominar el exquisito talento<br />
de Don Juan, y <strong>la</strong> mayoría acaba siendo desviada de esa vida de desvío mucho<br />
antes de haber conseguido lo que sueñan.<br />
Parece que <strong>la</strong> historia ha zanjado <strong>la</strong> disputa en favor de Pascal. Pero ni Pascal<br />
ni Kierkegaard -ni siquiera Max Scheler- podían prever el advenimiento<br />
de <strong>la</strong> <strong>sociedad</strong> de consumo, que habría de transformar <strong>la</strong> distracción, que alguna<br />
vez había sido un escondite individual para el destino común, en un<br />
predio construido socialmente; una <strong>sociedad</strong> en <strong>la</strong> que "constantemente terminar<br />
y empezar de nuevo desde el principio" ya no sería un signo de monstruosidad<br />
sino un modo de vida disponible para todos, y el único modo de<br />
vida tan extendido.<br />
Consumidores y <strong>sociedad</strong> de consumo<br />
Por supuesto, los contemporáneos de Pascal y de Kierkegaard también consumían,<br />
como todo el mundo ha hecho siempre a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> historia. Como<br />
toda criatura viviente, tenían que consumir para mantenerse vivos, incluso<br />
a pesar de que siendo hombres y no simples animales tenían que consumir<br />
moral. Si Don Juan estaba, en opinión de Kicrkegaard, "fuera de <strong>la</strong> moral", eso sc debía a<br />
que no se permitía esa posibilidad. Véase Max Scheler, "Ordo arnoris", en Selectcd Pbiiosopbical<br />
Essays, oh. cit.. Pp 10S-]08.<br />
(; Ídem.