Reconfigurando territorios

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FUNDACIÓN TIERRA
tivas, de lo que se trata es de proponer un argumento
para el análisis de los efectos que generan
los resguardos a favor de las colectividades
en Bolivia. En esta búsqueda de precisión y claridad,
el tema de los derechos de las mujeres
a la propiedad de la tierra es un ejemplo muy
útil con el fin de discutir los efectos de los derechos
colectivos en el entorno individual. En
esa línea vale la pena recordar que los derechos
de las mujeres también fueron logrados a partir
de un constante proceso reivindicatorio que
favoreció a un sector social que históricamente
estaba marginado y que en este periodo histórico
converge con las reivindicaciones indígena
originaria campesinas. Lo curioso es que esta
convergencia ha generado una especie de desencuentro.
Tanto el tema indígena como el tema género
se encuentran en una etapa de desarrollo legislativo
que no se restringe a la construcción
de normas, sino sobre todo a la validación de
su aplicabilidad y aceptación social. En ambos
casos, los logros alcanzados en la norma son
significativos pero el hecho de que no tengan
espacios de encuentro hace que se generen controversias
a partir de interpretaciones de la ley.
Por ahora, las prerrogativas individuales deben
moldearse a la jurisdicción indígena originaria
campesina y en esta adaptación no existe claridad
sobre cómo se garantiza el ejercicio del
derecho de las mujeres a la tierra.
Esta situación es producto de dos diferentes
visiones sobre la forma en que deben garantizarse
los derechos de las personas. Según la
visión de algunas organizaciones indígenas, la
norma debería limitarse a proteger y garantizar
los derechos sobre la tierra y el territorio,
permitiendo los derechos a la propiedad colectiva
y su indivisibilidad y el reconocimiento de
sus normas consuetudinarias. Por otro lado,
las impulsoras de los derechos de las mujeres
siempre hicieron prevalecer los derechos de
igualdad frente a los hombres a través de la
titulación conjunta independientemente de su
estado civil (Deere y León, 2000: 16). Sin duda,
ambas posturas tienen sobradas razones para
exponer sus preferencias, pero la falta de visión
complementaria hace que las posibilidades
para el ejercicio de los derechos de la mujer estén
en la práctica muy restringidas. Es posible
afirmar que el acceso colectivo a la tierra de los
pueblos indígenas no necesariamente asegura
la vigencia plena de los derechos individuales
de las mujeres.
4. Reflexiones finales: Los retos de equidad
de género
Para alcanzar el efectivo ejercicio de los derechos
de la mujer en torno a la tierra, se requiere
asegurar el control de la propiedad sin restringirse
a la titularidad de la tierra
La norma agraria vigente tiene como mandato
específico promover la titulación de la propiedad
agraria, a partir de ello se pretende alcanzar
la equidad en la tenencia de la tierra. Es así
que la Ley INRA y la Ley de Reconducción serán
aplicables en tanto se concluya con la distribución
y redistribución de la tierra; lo que
significa una limitación en la protección de los
derechos que genera. La titulación es sólo un
paso dentro del proceso de construcción de una
verdadera equidad en la tenencia de la tierra
por lo que debe precautelar con especial cuidado
los efectos que se producirán en el tiempo,
en el futuro.
El haber proyectado una norma restringida a
la distribución de tierras ha ocasionado vacíos
jurídicos que por la emergencia deben
ser llenados acudiendo a leyes diferentes
para sustituir todo aquello que no esté regulado
y que es parte de lo agrario. Es el caso de
la sucesión, el matrimonio, la compra-venta,
la donación, la división y partición de bienes,
entre otras, que son figuras jurídicas que se
dan en la vida cotidiana de las familias del
área rural. La falta de previsión sobre los
efectos de una ley, puede originar una serie
de problemas de interpretación que por lo
general tienen consecuencias desfavorables
para los sectores más vulnerables como son
las mujeres.