Reconfigurando territorios

88
FUNDACIÓN TIERRA
la comunidad no tienen acceso a los yacimientos
de arcilla y reclaman que siendo la tierra
comunal, los terrenos arcillosos debieran distribuirse
equitativamente entre todos los miembros
de la comunidad. Una situación similar
se ha dado con los lotes urbanos, que también
llegaron a venderse incluso a gente extraña a
la comunidad. Ante estos conflictos, la comunidad
se ha visto obligada a establecer una serie
de normas que incluso prohíben el ingreso de
nuevos comunarios a la comunidad.
Como ya se describió antes, una realidad parecida
se encuentra en el altiplano, donde ante
la carestía de tierras, existe una presión de los
jóvenes para repartir e individualizar las tierras
de cultivo comunal.
Otra conclusión importante es que ante una
creciente necesidad de tierras, los conflictos se
hacen más evidentes y es más imperiosa la urgencia
de establecer normas y criterios que regulen
el acceso a la tierra de manera equitativa.
Así se explican las diversas prácticas comunales,
tanto en tierras bajas y altas, relacionadas
con la tierra: la exigencia de que el comunario
trabaje la tierra y cumpla una función social comunal,
la restricción para vender la tierra a extraños,
el establecimiento de tamaños máximos
para los lotes urbanos en comunidades indígenas
chiquitanas, y otros.
5.2 El ciclo vital familiar y el conflicto por la
tierra
En las comunidades aymaras, quechuas y chiquitanas
(respecto a los lotes) que se estudian
en este documento, el principal escenario de
conflictos por la tierra se da en el ámbito familiar
y está relacionado íntimamente con la herencia,
la principal forma de acceso a la tierra.
La herencia se verifica y efectiviza en distintas
fases del ciclo vital de la familia campesina originaria:
- Cuando el hijo varón llega a la mayoría de
edad y/o cumple con el servicio militar, regresa
a la comunidad con el ánimo de trabajar
la tierra de sus padres, quienes le “señalan”
una parcela para cultivar.
- Cuando el hijo o la hija contrae matrimonio,
los padres, para asegurar la subsistencia de
la nueva pareja, les heredan en vida un pedazo
de tierra cultivable.
- Cuando los progenitores, o al menos uno de
ellos, fallece, momento en que se hereda la
tierra de forma normal. Este caso también
se aplica cuando los abuelos fallecen y dejan
sus tierras a sus nietos y nietas.
En cada una de estas etapas de la vida familiar,
la estructura familiar de tenencia de la tierra se
trastoca, la propiedad pasa de mano en mano,
se traspasa, y si no se hace con cuidado, con claridad
y respetando criterios mínimos de equidad,
se pueden generar conflictos.
Como estos procesos se dan en tiempos en que
la tierra cultivable es cada vez menor para cada
familia, los procesos hereditarios se negocian
al interior de las mismas, entre los herederos,
y determinando muchas veces decisiones que
van aparejadas de estrategias de vida diseñadas
para superar los efectos de la escasez, como
la migración definitiva y la búsqueda de oportunidades
en otros lugares y en otras actividades.
Como el ciclo de vida familiar es natural y se da
cotidianamente, mientras las normas de herencia
de la tierra no cambien en el ámbito formal
y en el consuetudinario, el conflicto entre los
herederos seguirá siendo latente y estructural.
En un contexto de escasez de tierras y de crecimiento
demográfico acelerado, la sucesión hereditaria
que distribuye estas tierras a todos los
hijos e hijas, según lo normado por el derecho
civil, lleva consigo la semilla del conflicto por
la tierra y la fragmentación no solo de la tierra
sino de la propia comunidad.
5.3 El acceso de la mujer a la tierra
Otro aspecto especialmente conflictivo de los