Reconfigurando territorios

RECONFIGURANDO TERRITORIOS 77
por herencia y por límites de las parcelas entran
en esta categoría.
Conflictos por derechos de uso, cuando el conflicto
hace referencia a la definición de derechos
de uso y su contraste con derechos de propiedad.
Normalmente involucran formas de acceso
a la tierra que no significan derechos de
propiedad, como el caso de las distintas formas
de arrendamiento de la tierra: alquiler, al partir,
porcentajes, medianerías, etc. Otro caso típico
es el de de uso particular de pastoreos comunales.
Conflictos por derechos territoriales, cuando el
conflicto no se da por la tierra como medio de
producción, sino más bien por la tierra y sus derechos
de administración y gestión como parte
de un territorio. Un claro ejemplo vienen a ser
los problemas por límites comunales, municipales
y provinciales. En estos casos, la tierra se
convierte en territorio en conflicto.
3. Actores más comunes en los conflictos
por la tierra
Cuando se estudia y analiza cualquier tipo de
conflicto, es fundamental considerar a los actores
involucrados, sus actitudes, intereses y
necesidades. Para este estudio, simplemente se
describirá a los actores más comunes en las comunidades
de las tres zonas elegidas.
De manera general, tanto en las comunidades
aymaras y quechuas del altiplano paceño y los
valles chuquisaqueños, como en las comunidades
indígenas chiquitanas de Velasco en Santa
Cruz, el principal actor involucrado es el comunario,
ya sea campesino, indígena u originario,
que es la persona que vive en la comunidad,
considerada ésta como una instancia social grupal
compuesta por las familias y las personas
asentadas en el territorio comunal y con un sistema
organizativo propio que norma sobre la
vida de las familias e individuos en la comunidad.
Dentro del grupo grande de comunarios se encuentra
un categoría especial: el afiliado, que es
la persona perteneciente a la comunidad que
en general tiene tierras, vive en la comunidad
y participa en todos los actos y obligaciones de
la misma, vale decir, mantiene sus aportes comunales
al día, asume los trabajos comunales
que le sean designados y la responsabilidad del
cargo para el que ha sido elegida, asiste a las
reuniones y respeta a la organización. A cambio,
la comunidad le reconoce derechos propietarios
sobre sus tierras, tenga o no documentos
de propiedad sobre las mismas; en otras palabras,
la comunidad le brinda al afiliado la seguridad
comunal, orgánica y legítima sobre la
propiedad o el uso de una porción de tierra.
Tanto en las comunidades quechuas como en
las chiquitanas, los requisitos para ser afiliado
pueden variar pero todos apuntan a demostrar
la madurez de la persona: puede ser el hecho
de contraer matrimonio, o el de trabajar la tierra,
o el de cumplir con el servicio militar en
el caso de los varones. Debido a los procesos
de herencia de la tierra y al crecimiento poblacional
de los últimos 70 años, el número de
afiliados en estas comunidades ha ido aumentando.
En el caso de las comunidades aymaras