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Reconfigurando territorios

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RECONFIGURANDO TERRITORIOS 87<br />

la economía, ajenos a la agricultura y el arrendamiento<br />

de tierras. 14 Estas diversas estrategias<br />

parecen haber permitido que tanto en valles<br />

como en altiplano se haya llegado a una situación<br />

de minifundio “mínimamente sostenible”<br />

en la cual cada familia que vive en las comunidades<br />

cultiva anualmente entre 1 y 1,5 hectáreas.<br />

15 Cultivar por debajo de esta superficie,<br />

o no poner en práctica las distintas estrategias<br />

es impensable. Se necesita de ambas circunstancias<br />

para explicar la existencia del mínimo<br />

“sostenible.”<br />

La creciente necesidad de tierras también genera<br />

una fricción entre la propiedad colectiva y la<br />

individual. De manera general, en las comunidades<br />

indígenas de la chiquitanía, la propiedad<br />

de la tierra es eminentemente comunal pero el<br />

trabajo no lo es. Por eso, para sembrar los pocos<br />

productos que cultivan, las familias -cada una<br />

por su cuenta- entran al monte que jurídicamente<br />

es propiedad colectiva de la comunidad,<br />

desmontan un espacio elegido previamente,<br />

un “chaco”, hacen secar los arbustos y árboles<br />

desmontados, los queman y luego siembran el<br />

terreno. Al año siguiente, amplían un poco más<br />

el chaco y ponen a descansar o dejan en barbecho<br />

un pedazo del chaco. Esta práctica es posible<br />

ya que los espacios comunales de monte en<br />

la mayoría de las comunidades son grandes y<br />

hay lugar para todos y por lo mismo, no existen<br />

conflictos por la tierra en sí misma, sino que lo<br />

que existe son problemas debido a robo de cultivos,<br />

manejo abusivo del bosque maderable,<br />

incursiones del ganado vacuno en los chacos o<br />

casos de abigeato.<br />

Sin embargo, en algunas comunidades chiquitanas,<br />

cuando se trata de los “lotes” en los<br />

núcleos urbanizados, la cosa es distinta. Los<br />

“lotes” son los espacios otorgados por la comunidad<br />

a las familias para que construyan sus<br />

casas y un pequeño huerto, en la urbanización<br />

comunal. Si bien la propiedad de la tierra es comunal,<br />

estos lotes son percibidos ahora como<br />

propiedad individual, o al menos, las mejoras<br />

realizadas por la familia en el terreno (cerco,<br />

construcción, instalación de servicios, árboles<br />

frutales y otros). En las comunidades pequeñas,<br />

si a alguien no le gusta su lote, puede,<br />

con el permiso de la organización, cambiarse a<br />

otro lugar y construir su vivienda, ya que hay<br />

el espacio para hacerlo; pero en otras comunidades,<br />

más grandes o con mayor dinamismo,<br />

ya no se puede hacer eso, los mejores terrenos<br />

están ocupados y los lotes más céntricos cobran<br />

más valor, tanto que ante ofertas interesantes,<br />

alguna gente ha comenzado a vender sus lotes,<br />

a pesar de que sean de propiedad comunal y<br />

esto ha generado agudos conflictos entre estas<br />

personas y la comunidad. Esta situación parece<br />

demostrar que cuando existe abundancia de<br />

tierras, casi no surgen conflictos por su propiedad.<br />

En cambio, cuando hay escasez de tierras<br />

de uso agrícola, se evidencia una tendencia a<br />

defender como sea los derechos de propiedad<br />

individuales necesarios para subsistir, y aparecen<br />

los conflictos por los derechos de propiedad.<br />

Otro ejemplo, igualmente en la Chiquitanía, es<br />

la comunidad de San Rafaelito, colindante con<br />

el pueblo de San Ignacio de Velasco. A pesar de<br />

que es una comunidad con mucha población y<br />

con poca superficie, los conflictos no se dan por<br />

la tierra cultivable sino por la explotación de la<br />

arcilla, que es el medio de vida de la mayoría<br />

de los comunarios. En la comunidad se tiene un<br />

yacimiento considerable y las familias explotan<br />

la arcilla para hacer ladrillos y venderlos en el<br />

pueblo vecino. A pesar de que la propiedad de<br />

la tierra es colectiva, los yacimientos han sido<br />

parcelados en derechos familiares hace bastante<br />

tiempo, y como propiedad individual se heredan,<br />

se dividen e incluso se han vendido. Las<br />

nuevas generaciones y los nuevos miembros de<br />

14 Chumacero, Juan Pablo, Cancha Pujru, Cocha Pampa, Hayraña e Iruja Falsuri. Tierra y economía comunal en norte Potosí.<br />

Fundación TIERRA – CIPCA, La Paz – Bolivia, noviembre de 2005<br />

15 Urioste, Miguel, “La situación socioeconómica”, en Miguel Urioste, Rossana Barragán y Gonzalo Colque, Los nietos<br />

de la Reforma Agraria. Tierra y comunidad en el altiplano de Bolivia. Fundación TIERRA, La Paz – Bolivia, 2007.

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