Reconfigurando territorios

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FUNDACIÓN TIERRA
entre lo establecido por ley -el derecho equitativo
de hombres y mujeres a la tierra de sus antecesores
vía sucesión hereditaria- y la necesidad
económica y productiva de contar con parcelas
de un tamaño mínimamente sostenible y viable,
no está resuelta de manera formal. Sin embargo,
en la práctica, las familias intentan superar
estas tensiones mediante acuerdos internos
familiares y mediante la puesta en práctica de
diversas estrategias de vida dirigidas a generar
ingresos complementarios y a veces superiores
a los provenientes de la actividad agrícola.
Cuando éstas prácticas no son satisfactorias,
surge el conflicto por la tierra, ya que la tierra
es un recurso escaso y valioso.
En las comunidades indígenas de la chiquitanía,
la noción de la propiedad de la tierra para
uso agrícola, ganadero y forestal es de tipo
comunitario, por lo que la tierra no está sujeta
a formas de acceso típicas de la propiedad
individual, como la herencia o la compra venta.
El conflicto por la tierra en general aparece
cuando se individualiza el derecho propietario,
surge alguna situación de inequidad y esta modalidad
no está regulada por las normas comunales,
como el caso de los “lotes” urbanos en
la comunidad. Aún así, el principal conflicto en
estas comunidades no es por la tierra, sino en
todo caso por el uso de recursos como el bosque
maderable o el pastoreo de monte.
Ante una situación de escasez creciente de tierras,
existe una tendencia a convertir la propiedad
comunal en propiedad familiar o individual.
Ante la necesidad de tierras también hay
una tendencia a que los conflictos sean mayores.
En estas circunstancias el rol de la comunidad
se hace más relevante ya que es preciso
establecer normas en cuanto al acceso y a la tenencia
de la tierra, para evitar situaciones de
inequidad entre los miembros de la comunidad
y para asegurar la convivencia pacífica entre
comunarios. Además, también para servir de
mediador cuando surgen los conflictos. En este
sentido, la comunidad tiene el desafío de reinventarse
continuamente para adecuarse a las
nuevas realidades que se viven actualmente.
Cuando los conflictos superan a la comunidad,
generalmente es porque el escenario comunal
es muy frágil o porque alguna de las partes involucradas
desconoce a la comunidad como
mediador natural. Esto sucede cuando una de
estas partes no son miembros plenos de la comunidad.
En estos casos, se recurre a las instancias
estatales, a la justicia ordinaria, para resolver
la situación.
Es evidente que en el caso del conflicto por la
tierra dos temas deben ser incorporados en las
políticas de Estado. Uno es el de la escasez. El
Estado debe promover la reducción del minifundio
en tierras altas. Una opción es el saneamiento
interno y la gestión territorial, como
medio para reagrupar parcelas demasiado divididas.
Otro elemento es fortalecer la comunidad
dando mayor atención a esta dimensión de
la vida rural, para luego reconocer formalmente
la importancia de la comunidad en la definición
y reconocimiento de derechos propietarios
mixtos sobre la tierra -complementariedad
entre propiedad individual y comunal- y sus
capacidades para establecer normas y mediar
cuando se dan situaciones de conflicto.
Bibliografía
- Barragán, Rossana, “La dinámica de las comunidades
y la transmisión de la tierra”, en
Miguel Urioste, Rossana Barragán y Gonzalo
Colque, Los nietos de la Reforma Agraria.
Tierra y comunidad en el altiplano de Bolivia.
Fundación TIERRA, La Paz – Bolivia, 2007.
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Urioste, Rossana Barragán y Gonzalo Colque,
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TIERRA, La Paz – Bolivia, 2007.
- Colque, Gonzalo, Gestión territorial comuni-