ebook (.pdf) - Guillermo Imsteyf

– Como si no lo supiera, Silva. Como si no lo supiera.
– Hasta que se vea atrapado en la estrategia de Coninea y no le quede otra
opción.
La gordita, que sudaba un jugo frío y amarillo, temblaba de nervioso y
contenido júbilo. Se le habían hinchado las mejillas y de cada rincón de su rostro
caían gotas de maquillaje.
– Como si no lo supiera. – volvió a decir él.
Cerró la carpeta de tapas granates y la arrojó hacia la mesa. La sedienta mujer
lo miraba a los ojos con firmeza. Él dio tres pasos y la apretó contra la alacena de
cartones y hongos. Ella se libró de todo su aire en un resoplido ácido. Los eslabones
de su reloj dorado tintinearon.
Mientras subía su mano por debajo de la blusa, Cúneo se decía: “Siempre quise
tocar a una con siliconas, siempre quise tocar a una con siliconas.”
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