10.05.2013 Views

ebook (.pdf) - Guillermo Imsteyf

ebook (.pdf) - Guillermo Imsteyf

ebook (.pdf) - Guillermo Imsteyf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

– Que me banques el auto mañana. No, que sea para el viernes mejor, así<br />

aprovecho el fin de semana.<br />

– El auto.<br />

– Quiero llevar a Martina al Tigre.<br />

– ¿Cómo está la pendeja?<br />

– Bien, muy bien.<br />

– ¿Por qué no la llevaste el domingo?<br />

– Estuvimos el sábado.<br />

– Pero sabés que la vieja te espera igual el domingo, boludo. Avisá si no vas.<br />

– ¿Vas a tener el auto?<br />

– Tiene pinchada la bomba de agua.<br />

– Pero anda.<br />

– Te puede dejar a pata en cualquier momento.<br />

– Lo tenés, entonces.<br />

– Pasá a buscarlo, nomás. Ah, ¿estás usando el chumbo? Traémelo si no lo<br />

necesitás. Dos veces me afanaron la semana pasada. No le digas a la vieja. Van a<br />

venir de nuevo pero yo voy a tener con qué abrirles un tercer ojo.<br />

– Cuidado con eso, pelotudo.<br />

– Es defensa propia.<br />

– Te lo llevo el viernes.<br />

– Haceme el favor.<br />

– Nos vemos.<br />

– Chau.<br />

Presiona el botón rojo y regresa el aparato a su cinturón para volver a<br />

descubrirse proyectando una silueta recta y exagerada sobre el intenso solar de<br />

baldosas. De un tirón levanta el maletín y lo abre, dejando al descubierto las notas<br />

originales de la intervención al pabellón apiladas en el interior de una carpeta de<br />

tapas color rojo oscuro, el color del granate. Sonríe al traer a su memoria los rostros<br />

asoleados de Artud y Ballentin. Silva no ha de estar tan loca con aquello del ascenso.<br />

Cierra su maletín. Mira nuevamente su reloj. Tiene la tarde libre y vuelve a pensar<br />

en Martina. Decide ir a retirarla, de todos modos. Sea al menos para acompañarla<br />

hasta la puerta de casa. Será una buena oportunidad para anticiparle la salida del<br />

viernes.<br />

Camina hacia avenida Callao atravesando la plaza que hierve de gente y<br />

alborotando bandadas de palomas a su paso. Llega hasta la parada de ómnibus. Una<br />

larga fila de sujetos lívidos y ausentes lo separa del cartel. Comparte el tedio con la<br />

mitad de ellos durante veinte minutos. Llega un coche que desinfla sus frenos y el<br />

batallón comienza el ascenso presuroso. Cúneo desliza la moneda por la ranura,<br />

extrae su boleto y dentro del habitáculo cuida en abrazar el maletín contra su pecho.<br />

Avanza con esa contorsión hasta la quinta fila de butacas. Se detiene frente a un<br />

grandulón de camiseta blanca, apretado entre dos señoras de pelo pajoso.<br />

Inmediatamente a su izquierda descubre a una mujer con la mirada en el timbre de<br />

la puerta. Nota que del extremo de su mano cuelga un niño que a duras penas llega<br />

al ombligo del tipo de camiseta. Casi pegada al fondo hay una adolescente que saca<br />

su cabeza por la ventanilla. Lleva los cachetes morados y la lengua afuera. Todas las<br />

personas de la fila de asientos sobre la cual se apoya Cúneo, en su mayoría mujeres,<br />

se abanican con hojas de diarios, sus propias ropas o sus manos húmedas. Parece un<br />

167

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!