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ebook (.pdf) - Guillermo Imsteyf

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LA PANTALLA DEL TELEVISOR convulsionaba en azules y verdes. Cúneo<br />

tomó el teléfono de la mesita de luz. Del otro lado le negaron nuevamente la<br />

presencia de Saavedra.<br />

Sebastiana interrumpe el calzado de sus jeans por la figura catódica de un<br />

senador que enfrenta un sinnúmero de micrófonos.<br />

– ¿Este cayó por lo de Keys?<br />

– Qué va a caer. – se queja Cúneo y cambia apresuradamente de canal. Un<br />

koala rasca la oreja de su cría.<br />

– Pará, volvé. Quiero ver.<br />

A pesar suyo, Cúneo restituye el noticiario. Sebastiana se sienta a los pies de la<br />

cama. Acto reflejo y los labios despegados y amargos secos. Sale la mentira, parida<br />

de los amargos, secos y se suspende blanca hacia adelante siempre, arriba o abajo<br />

apenas pero adelante siempre y nariz también, labios de la nariz también, adelante<br />

siempre primero en tres cuatro fibras de mentira bien definidas luego en espirales<br />

caóticos. Algunas mueren pronto, se esconden en el aire del aromaterapia, se<br />

disfrazan de verdades verdes con perfume a ella pero están ahí, agazapados<br />

mentiras, otras se perpetúan en hilos que no se vuelven nunca para verle los ojos a<br />

su padre, que sigue dale que dale pariendo y el genital se abrasa al ser chupado<br />

lascivia por amargos, secos, última resistencia de la brasa pataleo desesperación<br />

espinazo del paladar, succionados por un par de picaduras de serpiente o amasijos<br />

en saliva en campanilla en frenillo laguna saliva, masticados dejan de ser y pasan a<br />

ser. Mentiras nuevas, frescas caliente por la nariz unas y por los amargos, secos. El<br />

padre los olvida y el regalo de bautismo es presenciar cómo la madre muere, madre<br />

macho, madre fálica muere quemada por los intestinos, el padre despachado en la<br />

cama, espalda almohada, desdén porque para lo que han servido los hijos ya han<br />

servido. Y se van, desterrados, hijas mentiras, hijos mentiras que tropiezan con<br />

verdades y se esconden para quemarle los pulmones a padres, invisibles<br />

quemaduras que ellos no vivirán para saborear, pero se quemarán ¡malditos! que<br />

paren y olvidan despacio se quemarán, con las uñas las mentiras rasgarán tractos de<br />

aquellos, las paredes de los tractos de aquellos que no resistan el impulso ¡malditos!<br />

de ssssss para adentro y allí estarán las mentiras pertrechadas para tractos rasgar,<br />

escondidas en verdades con olor a la dama.<br />

– ¿Por qué dijo dieciocho? – consultó angustiada Sebastiana.<br />

– Porque cuenta a la criatura que no llegó. Una de las alumnas esperaba un<br />

bebé.<br />

Inmediatamente luego de responder, Cúneo se arrepiente de tallar ese gesto de<br />

amargura en Sebastiana. A pesar de la inacabable oferta de catástrofes, secuestros<br />

extorsivos, asesinatos en las calles, quema de colectivos, robos con ensañamiento,<br />

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