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ebook (.pdf) - Guillermo Imsteyf

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LA NENA TOMÓ EL ABRIGO de los brazos de su madre con un arrebato.<br />

Cúneo ya cargaba el bolso y se dirigieron al portón de salida.<br />

– Bueno mi amor, portcandeio mana candeio que ño caia nuni cana que nui que<br />

nui que nuuuui candeio caaaaandeeeioooooo que nui candeio io io io tum<br />

tummmmmmmm tummmmmmtuntuntin tuntuntin tun mmm mm mm candeio<br />

candei o candei o candei o candei o noche que calla de día de día se calla que noche<br />

candeio que noche ioma ma ma nooo mate bien.<br />

Giovanna apretó el cuerpecito que se dobló hacia atrás. Los cachetes le<br />

quedaron colorados un buen rato. Al separarse, Giovanna le acomodó el cuello del<br />

guardapolvo, enderezó el moño, le acarició los ojos.<br />

Cúneo observaba desde la propicia distancia de la esquina.<br />

– Cuidate ¿sídos tres una hoja a ver esta así, bien grueso es lo que me aparece<br />

mastico es como una frazada, mondongo, toalla, dientes, ñac ñac ñiec hacen los<br />

cabellos y tres osos como dorados como oro Aristóbulo que guitarra con alas me<br />

duelen los dientes pero me duelen como no se puede que no duelan no mastica nada<br />

es mondongo es toalla que está en la cabeza, día chocolates, chocolatines en el piso,<br />

tabletas será eso que mastico de noche, de noche veo toallas, frazadas encontrá tu<br />

duende Aristóbulo?, cuidate mucho. – oyó Martina decir a su madre como si le<br />

estuviera enviando a algún destino pendular entre una antigua certeza y una duda<br />

actual, nacida de la oscuridad abatida sobre las cosas su padre – Te quay no señora,<br />

por acá la casa tan desordenada, si hubiese avisado que venía. No así no porque no<br />

soy tu hija Nahír porque no importa si unos pocos años más, hay mamás de todos<br />

años. Sírvase, qué paqueta, de la abuela, lo dice pero no somos abuelas pero somos<br />

señoras grandes, oímos música vieja, como cuarelas, como candeiosiero mucho ¿sí?,<br />

te quiero mucho. Mucho, mucho.<br />

Martina no respondió más que con un beso torcido.<br />

Quiso huir, pero por consideración a su madre no se apresuró al caminar.<br />

Cúneo la recibió en la esquina y la niña, como si fuera parte de una obra similar<br />

a la que había protagonizado minutos antes, ejecutó las acciones progresivas de<br />

volver su vista atrás y revolver con las manos pequeñas el aire del mediodía.<br />

La suma de metros hizo que Giovanna se olvidara de sí, era el momento en que<br />

Martina la veía como una completa extranjera y apenas si lograba reconocer aquél<br />

rostro en la memoria de su vida.<br />

Cúneo apuró los pasos. Pocas cuadras más y el mundo era diferente. Luego<br />

padre e hija se encontraron bajo el refugio de una parada de colectivos.<br />

A la nena de los bucles no le salía ni una palabra.<br />

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